Emeraude Blanchard es una sonriente chica que junto a Laetitia, su mejor amiga, decidió estudiar Diseño Gráfico en la Universidad de Copper Grace, Nevada. Para el tercer semestre, al tomar una clase sobre Estadística, Emeraude se tropieza con un chi...
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Cuando están a punto de caerse, los mismos pavos reales se acicalan para quitarse las plumas flojas.
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Emeraude y Sam, ignorando el ruido de afuera, empezaron a besarse. Sabiendo que el sofá no era suficiente, él tiró al suelo los restos de decoraciones que quedaron sobre la mesa y llevó a la cantante al borde de ésta. La cantante enrolló sus piernas alrededor del torso del zorro rojo y como una anaconda lo atrajo hacia ella. Los dos se acariciaban y se besaban con fuerza, tratando de calmar una tensión que tenían reprimida desde la última vez que hicieron algo parecido. Iba a suceder de nuevo. Los dos lo querían y nada los iba a frenar.
Nada, excepto la media botella de vodka que Sam había bebido antes de llegar a la fiesta.
—¿Sammy, estás ebrio? —sin esperar a obtener una respuesta del zorro rojo, Emeraude soltó el agarre de sus piernas y lo empujó con suavidad lejos de la mesa. Él se tambaleó hasta caer boca arriba en el sofá. El Sam ebrio estaba de vuelta.
—Un poco, Ems. Es que...
—¿Un poco? ¿Hablas en serio? ¡Estás tan ebrio que no recordarás nada mañana!
—¿Eso es bueno, no crees?
—¡No! Tal vez para ti, pero para mí no lo es.
—¿Por qué?
Emeraude se sentó en el suelo junto a Sam. Él, habiéndose quitado el antifaz, seguía echado en el sofá, y por más que hubiera querido no habría podido moverse de ahí.
—Sammy, quiero que me recuerdes al día siguiente. No quiero ser la chica que buscas cuando te invade la calentura.
—Ems... —el muchacho se llevó las manos a la cara y miró a la cantante, mordiéndose los labios con ligereza mientras trataba de ignorar el mareo.
—No pongas esa cara.
—¿Qué cara?
—Cara de bebé cuando le quitan el biberón. Créeme, si algún día tengo hijos no voy a poder resistirme a eso.
