Emeraude Blanchard es una sonriente chica que junto a Laetitia, su mejor amiga, decidió estudiar Diseño Gráfico en la Universidad de Copper Grace, Nevada. Para el tercer semestre, al tomar una clase sobre Estadística, Emeraude se tropieza con un chi...
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—Trata de calmarte, Ems. Tal vez bromeaba cuando dijo que no vendría.
—¿Cuántas veces ha jugado con eso, Louie? Sabes que es agrio y no voy a dejar que siga haciéndome esto. Chris tiene razón.
—Esperé por meses que dijeras eso. Estoy orgulloso de ti. Vamos, doscientas personas nos esperan.
—A vivir el sueño.
Emeraude y su banda habían practicado mucho para el concurso de talentos del colegio, y lo mínimo que esperaban era hacer que el público se levantara de sus asientos para disfrutar de la música. Y a pesar de que muchas personas veían con maravillosos ojos aquel esfuerzo, una mancha impedía que la satisfacción fuera completa.
El novio que tenía Emeraude antes de entrar a la universidad era el único que no percibía con agrado que un grupo de amigos se subiera a un escenario para "matar la música". Su pensamiento era demasiado retrógrado como para que ellos lo soportaran, pero por alguna razón, aun desconocida, la líder de la banda seguía empecinada en juntarse con George Mansfield, un perdedor que no era muy dulce con ella.
—Recuérdame una vez más por qué te juntaste con ese empleado de gasolinera de pacotilla, Ems. —Gabriel jugueteaba con una de las baquetas que había pintado con rotuladores de colores, exclusivamente para regalar a los asistentes del concurso.
—Es algo que ni siquiera yo tengo claro ahora, Gabs. —Emeraude se encogió de hombros. El chico de la batería sonrió al escuchar aquella respuesta.
—Cuestionó tus habilidades por años. ¿Qué cambió para que decidieras mandarlo al infierno precisamente hoy?
—¿Prometes que mantendrás el secreto? —Gabriel asintió.
—Prometido.
Emeraude respiró hondo, aliviada de poder liberarse de una carga bastante dolorosa.
—La vez que dije haberme caído por una escalera...
—Lo sé. Lety se burló de ti por días.
—No lo habría hecho de haber sabido la verdad.
—Y esa es... —Emeraude suspiró una vez más antes de soltar la bomba.
—George me golpeó. Y esa vez las marcas fueron completamente visibles.
Un pequeño vacío en el estómago dejó a Gabriel sin habla por unos segundos. Al recobrar la voz y reflexionar un poco, aprovechó para decirle a su amiga un par de cosas que necesitaba escuchar.
—¿Emeraude Blanchard, en qué planeta vives? ¿Te parecía eso correcto?