🐰 One 🐰

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–Park Jimin ¿no?

Cuando sintió una mano en su hombro Jimin se dio vuelta, asustado, pero se encontró con un chico de cabello negro como la noche que lo miraba con pequeños ojos gatunos.

Jimin tragó grueso. —Si...

El hombre asintió —Bien, escucha, tengo la órden de viajar contigo y tu hijo en ese bus. Una vez lleguemos a la zona sur de Daegu los llevaré a un hogar, tu padre pasará por ti dentro de dos semanas para sacarte del país. 

—No, yo no, digo, viajamos solo nosotros dos— Balbuceó. Jimin estaba asustado, tenía la pequeña mano de su hijo en una de las suyas, su cabello rubio goteaba, y los pesados bolsos que llevaban le impedían hacer cualquier movimiento de defensa, ese sujeto lo estaba colocando levemente incómodo.

—Llama a tu padre y verifica la información que te he dado, viajamos dentro de unos minutos y por lo menos quiero tener una buena relación contigo, no quiero subirte a la fuerza a ese bus— La mascarilla negra que portaba el hombre amortiguaba el sonido de su voz, pero aún así era lo suficientemente clara para que Jimin lograra oírla.

—Papi, ¿Quién es él?— Preguntó su hijo de solo seis años de edad, tenía las mismas facciones que Jimin, a diferencia de su pelo y sus ojos, pelo de un hermoso castaño claro y unos dulces ojos azules, que te miraban con desconfianza y curiosidad, herencia de su madre.

Jimin se agachó a la altura de su hijo y le respondió, lo más calmado que pudo. —Él es un amigo, nos acompañará en nuestro viaje al sur ¿Bueno?

Su pequeño asintió y le mostró una dulce sonrisa al desconocido. Jimin se paró y sacó su móvil, sonó tres veces antes de que alguien atendiera al otro lado de la línea. —¿Por qué no me avisaste antes que viajaba con compañía?

—Lo siento mucho hijo, fue un plan de último minuto. Pero tranquilo, este hombre es de confianza, estarás a salvo con el. 

A pesar de lo dicho por su padre Jimin no pudo evitar mirar con desconfianza al hombre parado en frente de él. —De acuerdo, te espero dentro de dos semanas.

—Nos vemos— Y colgó. Su padre era horrible con las relaciones humanas.

—¿Cómo te llamas?— Inquirió Jimin, pero el hombre estaba mirando con los ojos entrecerrados, no a él,  si no, mas allá de él, algo que estaba a su espalda.

—Jimin, ¿hace cuanto estás aquí?

—Eh...unos diez minutos tal vez, llegamos, y al rato apareciste tú— Respondió un tanto confundido y desconcertado por la pregunta.

—Mierda— Murmuró el hombre entre dientes, tomó a su hijo entre sus brazos y a Jimin de la mano, los guió a través del gentío hasta posarse detrás de un gran pilar de cemento —Pues, lamento informarte que te han seguido

A Jimin lo invadió el pánico —Pero...si llegaste después de nosotros, te tuvieron que haber seguido a ti.

El tipo cuyo nobre aún desconocía, soltó una pequeña risita. —Te equivocas pequeño, yo llevo una hora aquí, vigilando que no hayan policías a la vista.

—Papá, tengo hambre— Su hijo hizo un adorable puchero, había olvidado que lo sacó de la casa a la rastra, sin siquiera alcanzar a darle algo de comida matutina.

—Toma— El hombre le tendió a su hijo, y Jimin lo recibió en su brazos —Iré a comprar algo, no se muevan de aquí.

Jimin asintió, vio alejarse al hombre y bajó a su hijo de sus brazos acariciandole el pelo con una mano, totalmente inquieto. Pero por suerte no pasaron mas de cinco minutos y su acompañante regresó.

—Vamos, el bus esta por partir

Jimin tomó la mano de su hijo y siguió al hombre. —Dame tu maleta y tu mochila, sube con tu hijo, yo voy detrás.

Hizo lo que se le decía y subieron, el bus era salón cama, por lo que les tocó la parte de abajo, en donde solo habían seis pares de asientos, ellos tocaron el último, al fondo.

—Ya estamos aquí pequeño, nos vamos al sur— Le sonrió a su hijo mientras le abrochaba el cinturón de seguridad. Subió una pareja más, y el resto de la gente se dirigía arriba, pero el hombre aún no llegaba, en cierto modo a eso Jimin le preocupó, estuvo pendiente de la entrada un buen rato, hasta que por ahí apareció su acompañante y el corazón le latió con mas tranquilidad. Se dirigió hacia ellos y se sentó en los pares de asientos que estaban al lado del suyo.

El hombre le extendió una bolsa con tres paquetes de galletas dentro, dos jugos y una barra de chocolate, apenas vio el interior de la bolsa su hijo sonrió —Muchas gracias, me encanta el chocolate.

El hombre le devolvio la sonrisa, mostrando una fina hilera de blanquecinos y pequeños dientes —Por cierto....soy Yoongi, Min yoongi

—Señor Yoongi usted parece un gatito cuando sonríe— Le dijo su hijo con toda la inocencia del mundo. Y Jimin se sintió a morir.

—Lo sé pequeño, lo sé...— Su acompañante suspiró divertido, sería un buen viaje.

×××

Cuando abrió los ojos todas las cortinas estaban corridas y en el bus reinaba la oscuridad y el silencio. Su hijo dormía plácidamente al lado suyo, siendo tapado únicamente por la chaqueta de cuero que llevaba Jimin, a pesar de que ahora se estaba congelando no se arrepentía de que su retoño estuviera calentito. Se revolvió el cabello y resfregó sus ojos, haciendo que todo rastro de sueño desapareciera de su cuerpo, y ahora que sus ojos ya se habían acostumbrado a la oscuridad, se dio cuenta de que Yoongi no estaba por ninguna parte.

«Quizás se cambió un poco más adelante»

Jimin no le dio mucha importancia, se acomodó para el lado de su hijo, dándole la espalda al espacio vacío en donde había estado Yoongi anteriormente, y miró su celular, 2:50 a.m, si habían partido a las diez de la noche aún le quedaban seis horas de viaje, así que mas le valía que volviera a dormir o de lo contrario mañana estaría con ojeras del tamaño de un buque.

Pero al poco rato, cuando estaba consiguiendo dormirse nuevamente, sintió como algo cubría su cuerpo, no abrió los ojos, procurando parecer dormido y gracias a eso sintió las manos del hombre acomodando la manta en sus costado, vigilando que ninguna parte del cuerpo le quedara descubierta, luego hizo lo mismo con su hijo.

Dejó de sentir el cuerpo de Yoongi sobre el suyo y escuchó un leve suspiro de cansancio que fue interrumpido por la insistente vibración de un celular.

—Jefe...—Era la voz de Yoongi, pero no Jimin alcanzaba a oír al otro lado de la línea telefónica, suponía que estaba hablando con su padre. —No se preocupe, está salvo, unos federales llegaron al terminal pero no nos vieron, y ya estamos a bordo, verifiqué y ninguno subió con nosotros— Una pausa, y luego se volvió a oír la voz de su acompañante. —De acuerdo, preocuparnos de los animales, lo sé.

La llamada se cortó, su hijo se removió y siguió dumiendo y Jimin también se dispuso a dormir, confiaba en su padre, y si su padre confiaba en Yoongi, a Jimin no le quedaba otra opción mas que confiar en aquel hombre de ojos gatunos.

Escape // Yoonmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora