Contacto

2.7K 169 53
                                    

— ¿Vas a salir hoy con tu amigo? – cuestionó Steve al chico que comía tranquilo. La misa había sido en la mañana a primera hora puesto que hoy era domingo.

— Si. – dijo serio.

— Me gustaría conocerlo. – comentó sin dejar de comer.

— ¿Para qué? – un deje de molestia se entrevió en su pregunta. Cosa que a Steve no le pasó desapercibida.

— Solo quiero conocerlo, no le veo nada de malo. – aclaró un poco sorprendido de la actitud a la defensiva del otro.

— ¿Desconfías de mí?

— Eso no tiene nada que ver con que quiera saber con quién sales…

— Después le digo que venga, hoy nos veremos en una plaza para ir al cine.

— Está bien, pero no quiero que llegues muy tarde, es peligroso para dos niños como tú andar por ahí solos. – hizo una pausa y le dio un trago a su agua de jamaica, para luego cuestionar algo. - ¿Quién les trajo anoche? ¿Era su padre o algún familiar? – pero un aparato telefónico sonó, interrumpiéndolo. Steve giró su vista para todos lados al no entender de donde provenía, ya que ellos no tenían línea telefónica ni particular, ni móvil.

Thomas desvió su vista algo preocupado hacia el interior de su habitación, y luego se disculpó, agradeciendo rápido por los alimentos y se encerró en su cuarto.

Steve le vio y arrugo el ceño.

¿De dónde Thomas había sacado dinero para comprar un celular?

La palabra robando apareció por leves microsegundos en su mente como una posible respuesta pero rápido la descartó, no iba a suponer tonterías, primero debía preguntarle al chico, seguro él tenía una explicación convincente para todo.

— Vamos a ir más temprano para no llegar tarde. – anunció saliendo rato después de su habitación.

— ¿Y de quién es ese celular?

— Suyo… solo que como no tiene a donde hablarme, dijo que si salía algún pendiente no podría y de algún modo me avisaría, pero si podemos, así que ya me voy. — estaba por salir cuando una nueva cuestión por parte del rubio le detuvo.

— Por lo que vi, es un chico adinerado, ¿Cierto?

— Si. Nos vemos. – salió corriendo.

— No llegues tarde. – pidió mirándole correr contento hacia la calle. – Tenía tiempo sin verte sonreír con tanta sinceridad. Solo espero no te metas en ningún problema chiquillo loco. – dijo al aire, sonriendo al recordar lo revoltoso que había sido él mismo a esa edad, lo bromista y sobre todo optimista, a pesar de vivir solo hasta que encontró al padre Joseph.

Thomas por su parte salió de su casa con una pequeña mochila colgada en uno de sus hombros, caminó un par de cuadras hasta que vio el auto negro que una noche atrás le dejó justo frente a la iglesia. Por precaución y para no equivocarse, previamente se había aprendido el número de placas, por lo que con discreción se acercó y tocó la ventana del lado del conductor, la cual de inmediato bajó hasta mostrarle los negros ojos tan parecidos a los suyos pero tan diferentes al mismo tiempo.

— Justo a tiempo, sube, anda. – dijo moviendo la cabeza en un gesto para que le hiciera caso.

Thomas sonrió al verle y dio la vuelta para subirse del lado del copiloto.

— ¿A dónde iremos Richard?

— No tengo pensado algún lugar, mejor tú dime a dónde quieres que te lleve y vamos. – aclaró terminando de subir el cristal de su lado. Giró su rostro para ver al menor y tomarle con una mano de la barbilla, pegando sus labios en un sutil contacto con los de Thomas. - Tú dirás…

Pecaminosa TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora