Llegaron a un enorme edificio que Thomas ya conocía a la perfección, Richard no tuvo que decirle que bajara porque en cuanto el mayor estacionó el automóvil en su respectiva cochera, bajaron dirigiéndose al elevador.
— Richard, debo irme a casa, seguro mi padre estará preocupado porque no he llegado. – El mayor le ignoraba, Thomas le miró desde fuera del ascensor, Richard sólo le tomó del brazo metiéndolo, para luego introducir el código de acceso a su departamento. — Rich…
— ¿Qué es lo que quieres, Thomas? – cuestionó serio mientras se retiraba el saco que llevaba, justo cuando iban entrando a lo que era la sala.
Los ojos negros del otro le miraron un poco confundido.
— Debo irme. – insistió. Y por alguna extraña razón no lo hacía, sólo repetía que debía hacerlo.
— Sabes que mi pregunta no va dirigida a eso. Quiero ahora mismo que me digas cuál es tu relación con ese pelirrojo. – Richard se sentó en un sillón y uno de sus brazos se extendió por el respaldo, mientras su otra mano descansaba en una de sus piernas. La profunda mirada sobre Thomas.
— Ya dije que es quien aparenta ser mi amigo para poder vernos…
— ¿Y porque haría algo así?, ¿Por buena gente? – justo la misma pregunta que Thomas se había hecho esa mañana.
— Es lo que le preguntaba en la mañana, yo supongo que es para tapar su relación con un profesor. – argumentó.
— Aja. ¿Cuánto tiempo te costó inventar esa ingeniosa mentira?
— ¿Estás celoso?
Thomas lo había preguntado con una seriedad, que amenazaba con desvanecerse al ver la expresión en el rostro de Manhill a cuando la pregunta llegó a sus oídos. Parecía indignado, lo más seguro es que lo estuviera y que por supuesto, lo negara.
— ¿Qué pretendes con este juego?
— Aprender.
— ¿No has aprendido lo suficiente ya?
— Nunca es demasiado aprendizaje. – se defendió acercándose hasta el moreno mayor.
— Es mentira, sabes que lo que tú pretendes aprender junto a mí, tarde o temprano lo harás por ti mismo. Ahora quiero que seas honesto. – reiteró la pregunta, aún sin repetirla.
Thomas lo meditó por unos momentos, no se había puesto a pensar en ello antes, por lo que caminó unos pasos y se sentó justo frente al otro, su mirada parecía no ver nada en concreto, y aunque sus ojos siempre reflejaran esa extraña profundidad que parecía interminable, ahora era diferente.
Era un hecho que estaba con él por algo más allá que el simple sexo, y el tan mencionado aprendizaje, aunque parecía que eso fuera la realidad, pero ahora que se ponía a pensarlo, no se dio cuenta el momento en que le tomó un verdadero aprecio y bastante cariño al mayor, ya que decir que estaba enamorado era precipitarse demasiado y quizás exagerar, aún no sabía cómo se manejaba todo eso del amor, pero si le quería, y eso era un hecho.
Había aprendido a quererle a su modo, Richard podía ser una persona un tanto difícil y en la mayoría de las ocasiones, prepotente e insensible, en apariencia. Pero también en aquel lapso que llevaban viéndose logró descubrir una parte de él que quizás no muchos conocieran. Notó sobre todo el considerable y fuerte amor que tenía por su hermano, a quien aparentemente odiaba, o mejor dicho, eso hacía creer.
— Quiero estar contigo. Es sólo eso.
— ¿Por qué?, después de todo estás mintiéndole a tu padre, y estás con alguien mayor, y sabes que en cualquier momento me cansaré de ti y puedo buscar a alguien un poco más a mi talla.
ESTÁS LEYENDO
Pecaminosa Tentación
RomanceUna tentación envuelta en el pecado, los invita al eterno placer. Consumirse en el fuego de su pasión, a arder en el implacable infierno... amarse; tocarse; perderse en el cuerpo del otro. Los sacerdotes tienen prohibido eso ¿Cierto?