Respiré una vez más antes de abrir la puerta del vehículo. Había tomado el arma de la guantera, el cargador estaba lleno de municiones y la ira invadía cada ápice de mi ser. No podía pensar en nada más. Salí y me dirigí directo al otro automóvil que yo había adelantado para bloquearle el paso con el mío.
El otro conductor se bajó también al verme, sorprendido. Medía un metro noventa, cuerpo musculoso y era muy hábil en la pelea cuerpo a cuerpo, pero hoy yo estaba armada y sé que él no, porque aquello que llevaba en mi mano le pertenecía.
El viento soplaba tempestuoso en aquel puente colgante que unía la península de San Francisco con el condado de Maine. Su cabello negro y suave ondeaba cuan largo era mientras yo miraba aquellos ojos profundos como la noche de ese hombre que una vez amé con locura.
—Kira, ¿qué estás haciendo? —me preguntó con calma.
El sonido de las bocinas de los vehículos que se habían visto forzados a parar no se hizo esperar. Algunas personas habían salido a ver la situación. Yo estaba muy nerviosa y no quería que nadie se acercara.
—Mi amor, tranquilízate, hablaremos en casa —intentó calmarme él, mientras comenzaba a avanzar, estrechando la poca distancia que había entre nosotros.
En mi rostro apareció la contractura involuntaria de una mueca al escucharle llamarme de ese modo, mis ojos se humedecieron y rompí su andar hacia mí cuando levanté el arma para apuntarle. Él se quedó a unos pocos pasos mientras la sorpresa terminaba de desvanecerse de su cara, quedando inexpresivo. La gente que se agolpaba desapareció, creo que se escondieron cuando alguien alarmó sobre el arma que portaba conmigo.
Ignoré su pedido de hablar, hubo un tiempo en que creí sus palabras.
Él me observaba con seriedad, levantó lentamente las manos y dio una zancada pausadamente para acercarse, pero eso me impacientó aún más. Yo ya había tomado mi decisión.
—De rodillas —ordené, girando lentamente para estar de espaldas al borde del puente sangriento, mis pasos eran más pesados de lo usual.
—Kira, por favor —exclamó él.
Creo que estaba intentando ganar tiempo, sabía que debía estar atenta a todos sus movimientos, porque él era un experto en el arte de matar y yo solamente era una novata con el corazón destrozado. Sudaba bajo el peso de mi ropa haciéndome sentir incómoda y cansada.
—Te quiero de rodillas y de espaldas a mí, ya sabes por qué —le grité.
Él obedeció tratando de girar su cuello para verme, aún con sus manos en alto.
—No sé qué te ha pasado, pero te juro que podemos solucionarlo —propuso.
—Tú me has pasado —repliqué con toda la frialdad que fui capaz de reunir.
—Te amo, Kira —suplicó.
—Yo también te amo, Ben, pero —pronuncié antes de que se quebrara mi voz por unos momentos— tú matas personas.
—Lo hice por nosotros, para que sobreviviéramos —argumentó él intentando girarse.
—Quédate donde estas —grité.
El aire frío golpeaba contra mi rostro surcado por ríos de lágrimas. A lo lejos pude oír el ruido de las sirenas de las patrullas, mi tiempo se agotaba.
Era ahora, pero no podía, aunque debía. El dolor en el pecho se acrecentaba paralizándome en la agonía mientras intentaba mantener mi mirada fija en mi objetivo. Bajé el martillo del arma para quitar el seguro y mi dedo rozó el gatillo con inseguridad, desde tan escasa distancia el tiro sería más que certero. Apunté directo a su cabeza para que no sufriera.
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Más allá del recuerdo © (Quédate conmigo 2)
Tajemnica / ThrillerUna situación apoteósica, que nos obligará a ir al pasado para valorar las causas que llevaron a este desenlace. Kira es una joven que ha perdido sus recuerdos en un accidente del que no sabe absolutamente nada. Ella se siente muy vulnerable y trata...