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Jooheon siempre recordaba una ocasión en la que una muy ebria Byulyi le decia que por sus ojos negros pequeños y filosos y por su comportamiento tan "independiente y dependiente a la vez", él se parecía mucho a un gato. Jooheon nunca había simpatizado mucho con esa descripción de sí mismo, sin embargo en ese momento con Minhyuk parado a su espalda esperando una respuesta, se sintió más lejos de ella que nunca. ¿Un gato había dicho Byul? Jooheon se sentía atrapado como un ratón. Se quedó parado en donde estaba sin moverse, no podía dar un paso más pero tampoco podía darse la vuelta y enfrentar a Minhyuk. Su pecho subía y bajaba con dificultad mientras ponía todo su esfuerzo en respirar bien aunque ni la nariz ni la boca le alcanzaban para tomar el aire que parecía no poder llegar a sus pulmones. Una gota de sudor frío recorrió su espalda entera al mismo tiempo que cerró los ojos con fuerza, como si eso pudiera hacerlo desaparecer de ahí.

-Jooheon, ¿eres tú? -insistió Minhyuk, y Jooheon escuchó sus pasos cada vez más cerca-. Soy Minhyuk, hyung.

Por favor no, rogó Jooheon al sentir al chico casi pegado a su espalda. Quería salir corriendo para ponerse a salvo en su casa, y de hecho estaba considerarlo hacerlo de verdad pero fue demasiado tarde cuando se decidió pues una mano -la de Minhyuk- se posó sobre su hombro. Dio un respingo y su corazón se detuvo por un segundo.

-Oye -llamó el pelinegro, presionándole levemente el hombro-. ¿Jooheon?

Eso era todo. Ya no tenía escapatoria, tampoco podía fingir que no lo escuchaba o sentía sobre él cuando era obvio que todo su cuerpo estaba reaccionando a la presencia de Minhyuk. Respiró profundamente antes de voltearse con los ojos aún cerrados, juntando el poco valor que tenía para abrirlos y mirar al chico a la cara por primera vez en cinco años. Mucho tiempo de práctica lo ayudó a mantener la máscara inexpresiva que era su rostro usualmente, pero bien temía que Minhyuk notara el temblor en su labio inferior o los latidos descontrolados de su corazón al verlo de nuevo, tenerlo tan cerca como para sentir el aroma de la colonia ajena impregnándose en sus fosas nasales, deseando tanto huir como abrazarlo hasta perder la razón. Pero no hizo ninguna, solamente se quedó parado ahí, mirándolo, tratando de memorizar de nuevo el más mínimo detalle de su rostro alargado... como si hubiera podido olvidarlo en todo ese tiempo.

-Sí eres tú -murmuró un ligeramente sorprendido Minhyuk, sin soltar su hombro-. Hola.

Jooheon no respondió. Dios, no podía. Miró el rostro... ¿esperanzado? de Minhyuk y luego dirigió la mirada al brazo del chico, finalmente a la mano posada aún en su hombro, y tragó saliva. Minhyuk la retiró como si de repente el abrigo de Jooheon quemara más que la lava, y se rascó la nuca con una clara mueca de incomodidad. El brillo en los ojos almendrados del menor se había disipado, la ilusión reemplazada por lo que parecía decepción. El rostro de Minhyuk siempre había sido muy expresivo, bastaba con mirarlo a los ojos para saber lo que sentía como si su rostro fuese un libro abierto, y comprobar que seguía siendo así provocó sentimientos encontrados en Jooheon. Él también estaba decepcionado de sí mismo porque en lugar de estrechar a Minhyuk entre sus brazos como siempre había querido, estaba parado ahí como un imbécil, mirándolo sin decir nada, como si tampoco sintiera nada... y era exactamente lo contrario, sentía todos los órganos revolviéndose en su interior por los nervios y parecía que su cerebro estaba a punto de hacer cortocircuito por tantos pensamientos que le pasaban por la cabeza.

-Si me recuerdas, ¿no? -aventuró el menor, mirándolo con duda-. Minhyuk... Minnie, de Gwangju.

Silencio, de nuevo silencio, eso fue lo que Minhyuk obtuvo como respuesta. Jooheon estaba en pánico por dentro, no podía hacer ni decir nada. Estaba perdiendo, tenía la oportunidad de arreglar un poco las cosas y no estaba aprovechándola, pero es que por dentro era un desastre, y Minhyuk se veía más atractivo que nunca, y seguía usando la misma colonia suave y deliciosa de siempre, y estaba mucho más alto que antes, incluso llegaba a su altura, y todo eso no hacía más que nublarle la mente a Jooheon. Que siguiera siendo tan transparente tampoco ayudaba mucho porque no quería ver la desilusión apoderándose de la mirada almendra de Minhyuk.

Pyeonji-Joohyuk Donde viven las historias. Descúbrelo ahora