Capítulo 5

209 16 1
                                    

ATENCIÓN. Van a haber algunos cambios. Al principio de la historia, Nina fue admitida como residente en un centro cardiológico infantil. Ahora va a cambiar, Nina fue admitida en un hospital muy importante de Madrid el cual se llamará “Tyson Mercy", y hará la residencia de cirugía general, aún no sabrá en qué se especializará. Ahora sí, sigamos con la historia.

En el que Javier es un estúpido irrespetuoso.

Nina Baldwin.

Llegué al McDonald's donde Simón y yo habíamos quedado en encontrarnos, con dos minutos de ventaja. Llevaba ambas manos ocupadas con las bolsas del vestido que elegí y los zapatos a juego. Al llegar, busqué a mi alrededor a Simón pero no lo encontré, por lo que me senté en una banca que estaba vacía a esperar.

Respondía algunos mensajes de mis hermanos y mi papá cuando alguien se sentó junto a mí.

— Menos de lo que dijiste que ibas a tardar, pero aún así te gané.

Simón estaba frente a mí con una sonrisa triunfal en el rostro. Elevé una de mis cejas.

— ¿Es chiste? Pero si llegué antes que vos. — le contesté como si aquello fuese lo más obvio del mundo.

Él sonrió con amplitud. — Claro que no, como no llegabas fui a comprar algo de comida.

Y entonces levantó una de sus manos, enseñando la bolsa del local del ropa junto a otra bolsa de un local de comida.

Entonces la de la sonrisa triunfal fui yo. — Legalmente gané yo, pues al llegar vos no estabas.

Me encogí de hombros y él abrió su boca indignado.

— Está bien, acepto esta... Derrota algo injusta, pero tú debes aceptar acompañarme a cenar.

Lo miré por algunos segundos sin decir nada sólo para analizar los pros y los contras. Un pro sería que no cenaría sola, lo cual venía haciendo desde que he llegado a España; además, tendría cena gratis ya que él llevaba comida en esa bolsa. No es que me moleste pagar, para nada, pero si alguien dice que no se alegra por tener una cena gratis, debe confesarse por mentir. Y en cuanto a los contras... Realmente no encontré ninguno. Un hombre hermoso, simpático y bastante caballero me ha invitado a cenar y yo me lo estaba pensando, si alguna de mis amiga se enteraba me mataba.

Al final acepté.

No quiero entrar en detalles de lo que pasó aquella noche, pues no es como que hayamos acabado en la cama.

No.

Sólo cenamos, bebimos un poco, nos reímos bastante, hicimos karaoke y jugamos con su PlayStation 4 a, literal, todos los juegos que tenía. Nos quedamos dormidos en el sofá, o bueno, yo en el sofá y él en el piso.

Y sí, quizá no sólo bebimos "un poco", sino más bien bebimos mucho.

El domingo por la mañana desperté con un pequeño dolor de cabeza pero un enorme dolor de cuello. Rebusqué mi teléfono entre los almohadones del sofá con cuidado de no pisar a Simón que roncaba en el suelo. Cuando lo encontré me tiré en el mueble y al desbloquearlo encontré llamadas y mensajes de Jaco y Javier.

— Demonios. — murmuré al darme cuenta de que no había avisado que no volvería a mi apartamento.

Mordiendome las uñas por puro nerviosismo, pulsé en llamar al contacto de Jaco. Apenas un timbre después la voz agitada del otro lado apareció.

— ¡Nina! ¡Maldición, ¿dónde estás?! — era Javier. Tragué saliva y mi boca tembló al intentar hablar.

— Y-yo... Vine a cenar con Simón y nos quedamos dormidos luego de unas copas.— expliqué.

Sense LímitsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora