El clímax pasaba pronto y el hastío seguía siendo el mismo. Ciertamente la experiencia con KyungSoo fue la más intensa hasta entonces, pero había algo que no terminaba de gustarle. Eso era lo que pensaba mientras colgaba el canal junto a los demás, en el cuarto blanco. Aún estaba desnudo. El frío le hacia estremecer. Aplicó el sello para carne en la piel ensangrentada. Ahora KyungSoo mostraba, como los demás, el nombre "DE SADE" en los músculos intercostales, lo cual indicaba que desde ese momento le pertenecía por completo a él. Hasta entonces el hombre notó que los pechos de todos ellos estaban amarillentos, sobre todo el de JongDae, que era el más antiguo. Y pensar que todos se sentían tan orgullosos de sus cuerpos. Deberían verse ahora, pensó él. Ya ni servían para despertar el deseo de nadie. Esos siete canales decían mucho más que cualquier filosofía sobre la muerte. El gran misterio no era sino una trivial cuestión de carnicería, lo cual expresaba el verdadero motivo de desilusión, mas no el principal.
KyungSoo colgaba entre los canales menos dañados de JongIn y LuHan. Claro que ninguno de ellos había pasado por la procesadora. KyungSoo si servía, sería para carne molida. "Albóndigas a la KyungSoo". No sonaba mal. Sonrió.
Salió tiritando del cuarto blanco, cerrando la puerta tras él. Dejó de sonreír y volvió a sus reflexiones. El problema radicaba en que todos sus hombres de convertían en un mar de sufrimiento al ser torturados. Ninguno mostraba jamás un indicio de placer. Hasta ese momento no había encontrado a ninguno que confirmara su teoría de que el mayor placer se obtenía con el sufrimiento. Si en verdad los extremos se tocaban, como el cielo y el infierno, el último límite del dolor tenía que ser el placer, y viceversa. Los hombres eran incomprensibles. Varias veces había sentido el impulso de experimentar con mujeres, pero le parecían más estúpidas que los hombres. Tenía que haber, en alguna parte, un animal macho que se apasionara con el sufrimiento. Rogó porque así fuera, y que lo encontrara pronto.
*****
El estoboscopio y los láser derramaban luces alucinantes sobre la pista de baile, donde docenas de parejas se apretujaban contorsionándose con los decibeles del dance, ritmo que se le hacía tan mediocre como la música disco de finales de los setenta. Había decidido visitar una de las discos frecuentadas por los hombres más atractivos de Londres. De hecho no se permitía la entrada a mujeres y hombres feos. De la selección resultante había de todo para escoger: carne apiñonada, rubia, morena e incluso negra, y toda esa carne lucía envuelta en ropas entalladas que sugerían lo delicioso de su contenido.
Desde la mesa donde el hombre se encontraba, en lo alto, podía evaluar a diversos especímenes. Las parejas se movían intensamente. Los movimientos de algunos hombres eran calculados y sensuales, como si en vez de bailar estuvieran haciendo el amor. Lástima de las mujeres que los acompañaban.
Pidió a gritos un whisky a un mesero. Detestaba las discos por ruidosas, pero su afán por conseguir hombres para sus experimentos le imponía tales sacrificios. En la pista, los rostros y los cuerpos se iluminaban en tonos alternados de azul, rojo y violeta. A él le parecían todos espectros de un mundo en ruinas. Nadie pasaba de los veinticinco años. Se fijó en ellos. Peinados neuróticamente cuidados para que parecieran lo más naturales posible. En el fin del milenio, como en cualquier otra época, era imprescindible que los hombres tuvieran un físico que les permitiera negociar dinero y privilegios. ¿Cómo si no, escalar en la sociedad sin tener un gramo de cultura?
Y al final de todo se reducía a vidas estúpidas y cuerpos que engordaban y se arrugaban después de haber conseguido la tan ansiada buena posición, a costa de las todavía más estúpidas mujeres. En medio de este mar de hombres huecos él esperaba encontrar a uno que rompiera , al menos un poco, esos cánones. Como tratar de pescar un pez con un diamante en el vientre. Sin embargo, quizás un día...
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El Último Tren a Sodoma (ChanSoo)
ContoLa voluptuosidad única y suprema del amor, reside en la certeza de causar el mal. Y desde su nacimiento, el hombre y la mujer saben que en el dolor reside toda voluptuosidad. ~Charles Baudelaire~ ChanSoo fanfic ChanYeol x KyungSoo Contenido adulto. ...