Crimen.

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Salió del callejón. Miró de lado a lado. No había nadie por la calle, lo usual a esas horas de la noche en esa zona.

Apenas podía creerse lo que acababa de ver, ¿Cómo lo explicaría?. No había persona en su juicio que no pensara que el autor del crimen fuese la única persona en esa calle y, además, ¡mira la hora!. Es demasiado tarde.

No podía decírselo a la policía, no estando ahí, tan cerca del cuerpo, le arrestarían de inmediato sin dudar.

El cuerpo.... tenía la cara desfigurada, estaba rodeado por un gran charco de sangre, tenía varias puñaladas, lo que le llevaba a preguntarse quién lo habría hecho.

Le estaba repugnando el recuerdo, lo mejor sería que ya se fuera a casa.

Comenzó a caminar; al principió con cierta rapidez, con cierto pánico de que el asesino o asesina estuviera detrás; al poco rato, comenzó a andar normal, hasta que llegó a su casa.

Abrió la puerta, tenía las llaves en el bolsillo de atrás del pantalón, entró a casa y se quitó el abrigo, dejándolo en reposabrazos del sofá de su salón.

Y en ese momento se dio cuenta de todo.

Había unos guantes en el bolsillo izquierdo de su abrigo.

Había un cuchillo en el bolsillo derecho de su abrigo.

Un cuchillo manchado con sangre, ya seca.

Entonces recordó. Llevando a su víctima hacia el callejón oscuro, guantes puestos y cuchillo en mano. Volvió a sentir la sombra de una sonrisa antes postrada en su cara. Y finalmente volvió a su mente el recuerdo de su mano, cuchillo en mano, precipitándose hacia la espalda de su víctima numerosas veces mientras tapaba su boca de dejar salir cualquier sonido.

Ahora cobraba sentido su reacidez a avisar la policía, ahora entendía que hacía en ese callejón a tan altas horas de la noche.

Había cometido un crimen. Y con seguridad puedo decir que no era la primera vez, ni sería la última.

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