Barrens

1.2K 102 39
                                    

Isabelle

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Isabelle.

Habían pasado días desde que había ido a los Barrens con ese grupo que tan repentinamente había aparecido en mi vida, y mentiría si dijera que pensar en ello no me daba algo de tristeza: mi naturaleza taciturna me hacía pensar que aquélla había sido la primera y última vez que me reuniría con ellos. El riachuelo, el dique, el agua fulgurosa, el calor del verano sobre mi piel, todo aquello era parte del pasado y nunca volvería.

Los días anteriores me los había pasado en la biblioteca, sin Ben, pues él, por alguna razón, también había desaparecido. La atmósfera, ahora gélida de la biblioteca, no hacía más que deprimirme: así que había decidido cambiar de aires, y pasar ahora mis días y mis tardes yaciendo sola en el pasto, o en la cafetería, o en las tiendas de juguetes, donde nunca compraba nada porque no tenía dinero suficiente.

El verano recién había comenzado, pero para mí ya estaba acabado.

En ese estado de ánimo yacía yo, en la cafetería, sola, triste, sudorosa, pobre —me había comprado una gaseosa y en ella se había ido mi mesada, junto a muchas otras sodas, de otros sabores, que le precedían— cuando un golpe en la ventanilla a mi lado me hizo sobresaltar.

Salí de mis ensoñaciones, en las que podía hablar con el sujeto de gafas, y le decía lo mucho que me molestaba, y entonces él me tomaba de la mano y me decía que mis ojos eran los más hermosos que había visto jamás, sólo para encontrarme con una vista completamente normal de la calle: me dije que seguramente no había sido nada, o quizá alguien pasándose de gracioso, cuando el golpe se repitió y entonces vi cara a cara, ella tras el cristal, a una Beverly Marsh sonriente, como siempre. Su cercanía me hizo sobresaltar, tanto, que ella soltó una risa. Luego del susto, me hizo señales de que saliera. Me terminé la gaseosa y eso hice.

—Hola Belle. —me recibió ella, el cabello ahora corto hasta las orejas: se veía mejor que nunca.

Le respondí el saludo, feliz de encontrármela y poder hablar con ella luego de haber conversado camino a casa. Me dijo entonces que si quería venir con ellos. Le pregunté a qué se refería.

—Bueno, pensábamos en ir a los Barrens, ¿qué te parece? —otra sonrisa, brillante, como pocas había visto. Entendí por qué las chicas la odiaban: Beverly era más bella que todas nosotras juntas.

Asentí, y entonces juntas cruzamos la calle. Allí estaban Bill, Richie, Eddie y un niño que no conocía. Saludé a todos: ellos me devolvieron en saludo, y entonces Beverly me informó que pasaríamos a buscar a Ben. Él había estado algo enfermo, así que ella esperaba que su visita le hiciera mejorar.

El camino a la casa de Ben se hizo rápido, y en cosa de minutos ya estaba él incorporado, pudiendo así dirigirnos a los Barrens. Pedaleando, un pie tras el otro, me di cuenta de que la cadencia de mis movimientos estaba a la par de los suyos: faltaba algo, era cierto, sin embargo, envueltos por la brisa ahora caliente y la luz que reflejaba la acera bajo nosotros, parecíamos pertenecer al mismo organismo, que se abría paso, lentamente, por las entrañas de Derry. El sol era nuestra guía, el páramo verde nuestro hogar, la tierra húmeda nuestro lecho, los pájaros nuestros ojos, el agua, nuestra alma.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 02 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

ɴᴏᴛʜɪɴɢ sᴘᴇᴄɪᴀʟ♡ ʀɪᴄʜɪᴇ ᴛᴏᴢɪᴇʀ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora