01: Pinturas trágicas

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Subieron en silencio las escaleras, los pasos resonaban en la solitaria casa. Se detuvieron enfrente de una ventana de cristal que permitía ver el interior de una habitación, la ventana daba al pasillo y por ella entraba mucha luz. Se podía apreciar una habitación de paredes de color durazno pastel, muebles de madera lustrosa y un escritorio repleto de materiales y cosas para pintar, colecciones de pinceles, acrílicos, bastidores, hojas, pintura en aerosol y muchas cosas más. También había un estante repleto de libros. El suelo tenía baldosas negras y blancas. Una gran cama adornada con flores a su alrededor se destacaba por ser de modelo antiguo. Y en medio de la habitación se hallaba un joven pálido, vestía una remera negra holgada y unos shorts del mismo color. Estaba de espaldas y se encontraba pintando. A su alrededor había varias pinturas, pero estas eran inusuales a las que solía pintar. Reflejaba todo lo contrario, en éstas se podía apreciar la nostalgia, la tristeza de un corazón afligido, las imágenes trágicas y los colores fríos que utilizaba decían demasiado. Lucas analizó su comportamiento, él había cursado unos años de psicología. Jamás se había impresionado con los distintos casos que tuvo que lidiar, hasta ahora, cuando vislumbró las piernas del muchacho pudo ver manchas moradas de un tono rojizo; eran quemaduras. Sintió tristeza por Jungwoo. Estaba más que seguro que no mentían, como dicen los medios.
—Nunca sale de su habitación, tiene un baño ahí. Sólo me pide ropa limpia una vez al día, y a cada tres días un poco de arroz. No me deja entrar, y desde lo sucedido ya no habla, no dice ni una palabra. Se pasa todo el día pintando. A la noche no duerme, se la pasa llorando, cuando amanece recién decide dormirse. Quiero ayudarlo, pero no deja que lo ayude. Además, tengo miedo que se enferme, el aire acondicionado en su habitación está muy bajo, hace bastante frío. —instruyó la señora Kim observando a su hijo.
—Será un problema que no hable y no quiera salir de ahí. Aún así, haré lo que pueda. Seguramente el hotel tiene cámaras de seguridad —inquirió Lucas.— Kia, ve al hotel y pide la cinta de ese día
—Está bien. Veré si consigo algo de información extra. Con su permiso, nos vemos señora —habló antes de marcharse.
—Sé que usted estudiaba psicología, ¿cree que pueda convencer a mi hijo a que salga de ahí? —pidió Kim con sus ojos llenos de lágrimas. Lucas no podía decirle que no. A pesar que seguramente el muchacho entraría en pánico al estar en contacto con otro hombre, pero debía intentarlo para ver su grado de trauma.
—Está bien. Déjeme a solas cinco minutos —replicó. La mujer asintió y se marchó por el pasillo. Lucas se acercó a la puerta de la habitación y golpeó ésta.
—Hola Jungwoo, soy Lucas. Tu madre me habló de ti, estoy aquí para ayudarte a retomar tu vida, y también hacer que ese detestable hombre valla a prisión. No temas —dijo tratando de sonar suave y amable. Escuchó los pasos del muchacho que se acercaba a la puerta, ¿le abriría? No, no fue así, pero entendió que el chico le estaba escuchando.
—Sé como te sientes. Tu madre está muy triste por ti, no sabe como ayudarte y se desespera. Pero aquí estoy yo —siguió hablando. Un papel resbaló por debajo de la puerta, Lucas lo tomó y leyó lo que había en su interior: "Gracias. Y Por favor, cuide de mi madre". El chino no sabía si lo último lo decía con intenciones de suicidarse o porque su agresor lo había amenazado. Se alejó de la puerta y fue hasta la ventana una vez más, Jungwoo hizo lo mismo. Logró ver el rostro del joven, poseía ojeras debajo de sus melancólicos ojos, que expresaban lo dolido que se sentía. Se quedaron viendo fijamente por unos segundos, Jungwoo sonrió apenas y cerró las cortinas. Creo que podré lograr que salga de ahí con el tiempo, o que confíe en . Pensó Lucas sonriendo. Había quedado encantado con la belleza del frágil joven. Parecía una muñeca de porcelana, tan delicado como una.
—¿Logró hablar con él? —preguntó la señora Kim.
—No, pero creo que podemos progresar mucho. —respondió Lucas e hizo un ademán con las manos indicando que si podían ir a hablar a otro sitio. La mujer asintió y así bajaron nuevamente a la sala.
—Creo que su hijo no tiene un trauma tan grave, la mayoría de las víctimas suelen tener temor a acercarse a otro hombre desconocido. Pero conmigo no se mostró asustado. Tal vez su comportamiento sea sólo una etapa y necesita su espacio para procesar lo que le sucedió. Una vez haya aceptado los hechos, hay que ver como reacciona, si reacciona bien comenzará a salir de su habitación de a poco, sino seguiría ahí por meses hasta que decida suicidarse. —la señora Kim lo miró con espanto— pero si le damos el apoyo que necesita sin hostigarlo demasiado reaccionará bien —agregó Lucas.
—¿Usted dice que llame a un psicólogo para que hable con él?
—No lo sé. —contestó dudoso. Observó la hora en su reloj de muñeca.— si me disculpa ya debo retirarme
—Si, lo acompañaré hasta la puerta —replicó la señora Kim parándose.— le agradezco por su ayuda. Más tarde llámame a este número —y le entregó una tarjeta de presentación— puede decirme cuanto cuestan sus servicios
—No se preocupe por eso, lo veremos cuando todo haya finalizado —inquirió Lucas. Hizo una reverencia.— mañana regresaré. Y veré como reacciona ante el psicólogo
—Está bien. Adiós —así el chino salió de la gran casa, rumbo a su auto. Cuando subió a éste su celular sonó, era su secretaria, atendió.
—Señor, encontré la cinta. Y tengo a un testigo que puede ayudar —informó Kia.
—Voy para allá —habló rápidamente y emprendió rumbo al hotel.

Abogado → LuwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora