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Las fatigadas horas de trabajo habían terminado. Tenía que regresar a casa. Iba caminando por las calles de puestos de comida, era increíble que aún estuvieran vendiendo.

Me paré al llegar al club. No era un club de ricachones, más bien era un lugar donde cualquiera podría entrar sin necesidad de nada y podía hacer y deshacer. ¿15 minutos? Bah da igual, no importa cuanto haya estado ahí parada como si fuera robot, al final entré.

- ¡Ha llegado nuestra joya valiosa!

Escuché a Nathan gritarlo. Extendió los brazos, solo pude reír y correr a abrazarlo.

- ¿Cómo habéis estado?

Pregunté.

- Bien bien, ¿Cómo crees que estarás tú después de el siguiente rival que te enseñaré?

Me dijo señalando a un chico que nunca antes había visto, portaba una chamarra negra arriba de una camiseta del mismo color, su cabello y grisáceo parecido a un día lluvioso, oscuro y triste.

- Hey tú, el de la chamarra negra

Alcé la voz para señalarlo. El chico levantó la mirada y se acercó a mí. Al tenerlo en frente de mi, me llegó un aroma de colonia combinada con un toque de cerveza Victoria, vaya tío básico.

- Si

Dijo un si "a secas" sin ningún sentimiento de por medio.

- Vamos a jugar

Sonreí para sentarme en una silla que al igual que la mesa eran de madera, color chocolate. El chico imitó lo que yo hice, empecé a jugar con las cartas, cambiando sus lugares con cada movimiento que hacía con mis manos. De un lado a otro, arriba hacía bajo.

Reparto las cartas, ocho para cada quién, espere a que me diera el "change". La mejor decisión de mi vida, me hizo los 3 pares, sólo necesitaba una carta y así podría ganar.

- Jala

Dije para ver la mano larga, con las venas remarcadas en ella por la piel blanca que tenía el chico.

- No me sirve

Dijo sin interés, había salido un 3 de copas, no era lo que yo buscaba.
Tomé otra carta del montón, era un 10 de bastos, podría ganar con eso, pero prefería las espadas.

Deje la carta arriba de la que había sacado el alto. El chico tomo otra, bajo un par que tenía, par de soles.

El chico se rió, supuse que solamente estaba a una carta para ganar.

Las cartas iban de una mano a otra, siendo sacadas del montón para ver si a alguno de los dos nos servían, el alto logro otro par, yo al igual que el baje uno, continuamos sacando cartas y en cuanto ví 11 de espadas no evite sonreí.

- Has perdido

Baje los 2 pares que me faltaban, terminando con el juego. Escuché algunos gritos, no supe distinguir si eran de buenas intenciones o no.

Me iba a levantar de la mesa cuando el chico tomo mi mano, lo volteo a ver.

- Quiero la revancha

En eso escuché mi teléfono sonar. Mierda, era mamá.

- Será otro día

Sonreí para salir corriendo de ahí. Tuve que decirle a mi mamá que pasaron muchas cosas de camino y por eso llegué tarde. Fui a mi habitación y me avente a la cama quedando poco a poco dormida.

No eran más de la 1:00 AM cuando deje de dormir, como si mis ojos no pudieran ser cerrados me puse a pensar en mi vida.

Reflexione sobre lo que había pasado, yo, el chico y el juego.

- ¡Con un 2 de copas pude ganar más rápido!

Grité dando un saltito en mi cama. Tanto que oí los pasos de mamá dirigirse a mi habitación.

- ¡Estoy bien!

Grité para que antes de que abriera la puerta se fuera. Seguí analizando el juego y cuando menos esperaba ya estaba dormida.

Has Perdido. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora