Capítulo IV

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—Tyler, Tyler, vuelve aquí. ¡Tyler!— llamó el médico, falto de paciencia, mientras asomándose a través del marco de la puerta, veía al chico alejarse en línea recta.

Tyler había vuelvo a huir de la consulta, recorriendo ligero el extenso pasillo que lo separaba de su habitación. El médico lo llamó una última vez y este se paró en seco, petrificado. Evander se encontraba sentado en los asientos de espera de las consultas del hospital. Aun siento rígido e incómodo, su ubicación no le impedía estar sumido en su lectura. Pero aquel inusual alboroto impedía su concentración. Levantó la mirada con disimulo, el joven paciente seguía inmóvil y con una constante inexpresividad se limitaba a mantenerse en pie.

—¡Tyler!

Pegó un giro brusco y volvió a la consulta. 

Cuando se cerró la puerta, Evander dejó caer la cabeza entre sus manos, golpeando sus mejillas con las yemas de los dedos. Por supuesto, daba por sentado que ese chico hacía lo mismo antes de llegar él, seguramente todos y cada uno de sus días. Su comportamiento parecía mecánico.¿Quién era? ¿qué hacía allí?... antes de cuestionarse nada más, volvió a abrir su libro y se sumergió de nuevo entre las páginas.

Arrastraba la cuchara por la mesa, absorto en sus pensamientos. La comida hacía rato que estaba fría, la luz de la cocina apagada. Hedner apretó el interruptor, encontrándose aquella escena. Ni se inmutó al verlo, cogió otro plato y se sentó frente a él.

—¿No comes en tu cuarto?

—Tampoco es que esté comiendo...— empujó el plato a un lado y se dejó caer sobre el respaldo de su asiento.

Al padre no pareció importarte y continuó en silencio.

—Hedner... ¿pasó algo en el incendio de lo que yo no me enterara?

—Te recuerdo que tú mismo rechazaste ser un miembro del S.V.D y no soy una persona de favoritismos. Si quieres su informe, trabaja para mi.

—No, gracias— se limitó a mirarse las uñas con cierto desdén—. Bueno, en serio ¿quién es?

Desvió la mirada indiferente.

—No importa, ni siquiera habla.

Evander se levantó, tiró la comida a la basura, y se dirigió a la puerta. 

—No habla...— murmuró para si mismo y se marchó a su habitación.

  — ... — Hedner continuó su comida.

El sol volvió a levantarse.

<<Su corazón latía con violencia. En la escalera reinaba la calma más absoluta; la casa entera parecía dormir... La idea de que había estado sumido desde el día anterior en un profundo sueño, sin haber hecho nada, sin haber preparado nada, le sorprendió: su proceder era absoluto, incomprensible. Sin duda, eran las campanadas de las seis las que acababa de...>> —leía Evander en voz baja dejándose llevar por la prosa, hasta quedar trabado por la presencia del chico.

Había esperado horas, pero el tiempo se le había hecho corto desapercibido en aquel silencio, aguantando hasta poder verlo de nuevo. Esta vez no se alejaba apresurado, parecía tranquilo a pesar de no mostrar una expresión en su rostro. Se había despedido del médico con una pequeña inclinación, podrías considerar que ese día estaba contento.

Pero igualmente se marchó. Evander no se inmutó, es decir, no le llamó, no se levantó. Entonces, nada más rozar el pomo de la puerta, un fuerte ruido lo detuvo.

Evander había dejado caer su libro.

Tyler se giró sobresaltado y lo observó. Evander sin decir ni una palabra, se había quedado en su sitio y no sugería que fuese a recogerlo. Manteniendo la mirada fija el uno en el otro, Tyler se acercó pausado a su vera, se arrodilló a coger el libro y lo dejó en el asiento de al lado.

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⏰ Última actualización: Jun 06, 2019 ⏰

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