Bailas muy bien.

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Bailas muy bien.

Kevin llegó a su casa, se adentró en ella y se tiró rendido ante su cama. No quería saber nada sobre lo que ocurrió ese día.

Él la amaba tanto y ella solo jugó con él.


Tomó su teléfono y eliminó todas las fotos que tenía con ella, borró todas las formas en que se comunicaban. Rendido y llorando en su cama, un corazón roto maldecía a esa mujer. Después de horas de llanto, quedó dormido.

Por su parte, el policía no podía ni dormir. Ese chico tenía algo especial, y si no fuera así, ¿por qué no salía de su mente? Desde que empezó a trabajar para Badabun, todos los días veía lo mismo, pero esta vez, ese chico había hecho el día especial.

El día siguiente, mientras Kevin se encontraba en sus clases de baile, nuestro policía fue a verlo, sorprendido observó los movimientos de Kevin, la forma en la que la música recorría su cuerpo, trabando la mirada del oficial en cada delicado paso.
Al terminar su rutina, se acercó a aquel oficial.

-Le puedo ayudar en algo? –preguntó molesto, pues ese hombre que lo había ido a buscar tenia las miradas de todas las chicas sobre él.

-Sí. Lo busco a usted. Debe ir a una entrevista –explicó sonriente mientas su mirada se centraba en examinar cada mojada parte de Kevin, debido a que llevaba ropa ajustada, la vista era más provocativa.

-No, no quiero volver a saber nada de ustedes –replico Kevin. –Me arruinaron la vida. Simplemente cruce esa puerta, me niego a ir. –El chico dio media vuelta dispuesto a regresar, pero el oficial no lo dejo, con fuerza y agilidad lo tomó del brazo atrayéndolo hacia él. Con fuerza lo abrazó, manteniéndolo inmóvil.

-Por favor, venga conmigo- y ahí Kevin lo notó, ese aroma, y esos ojos, esa fuerza y esos brazos. Él era aquel oficial, del que, sin darse cuenta se había enamorado.

-De acuerdo, pero no he comido, ¿podemos comer antes de ir?

El oficial asintió tratando de ocultar lo emocionado que estaba, pero solo se hacía ilusiones, y a sus adentros se preguntaba, si sus sentimientos eran mutuos.

-Bailas muy bien. Realmente me sorprendí al verte. Esa vieja dejo ir a un gran chico –ambos caminaban, y para romper la tensión, el oficial saco el único tema del que podrían conversar un poco.

-Gracias...- susurró y de nuevo, sus ojos no aguantaron el peso de sus lágrimas.

No eres sólo un mocoso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora