-Si continuas dando tantas vueltas, las huellas de tu andar se quedarán impresas en la madera- comentó el viejo Chef, sin apartar la mirada de las grandes ollas que sobre el fogón se encontraban.
El joven demonio paro su andar de inmediato al escuchar el comentario que el mayor soltó, solo dándose cuenta hasta ese momento que su preocupación lo había llevado a vagar en círculos por la cocina.
Zoro suspiro con real frustración al ver que sus temores internos lo habían sobrepasado, dejando que su incertidumbre aflorara hacia el exterior, donde cualquiera era capaz de verlo.
Con cansancio bajo la cabeza a la altura de su pecho, donde el pequeño y tierno cuerpecito de Sanji se encontraba aferrado, siendo envuelto por sus protectores brazos, regalandole la imagen de sus ojos en espiral y el preocupante color verde en sus mejillas.
-¡Zeff!- alzó la voz preocupado, mientras sus manos acomodaron el cuerpo del pequeño, hasta dejarlo acostado en sus brazos- El pato parece enfermo- la preocupación aumento al ver como el rubio comenzaba a hacer arcadas que anunciaban el vómito.
Zeff de inmediato dejo su labor en la cocina en manos de sus trabajadores, para acercarse con pasó rápido a Zoro, el cual miraba de un lado a otro, buscando ayuda de los demás chefs, que por miedo le evadían la mirada. Zeff se paro a su lado mirando con ojos analíticos al pequeño que aún con ojos en espiral parecía apunto de regresar su desayuno.
Una aliviada sensación inundó al hombre del bigote trenzado, que con palmaditas en la espalda tranquilizó al apanicado espadachín.-¡Joder!, me has pegado un buen susto chiquillo de mierda- dijo con cierta diversión, mientras en sus labios una sonrisa de completa burla se formaba. Zoro lo miro furioso, al ver que el rubio anciano no hacía nada para ayudar a su enfermo niño. Zeff al mirar eso solo pudo negar con la cabeza y dedicarle a sanji un par de caricias en el estómago, buscando aliviar sus náuseas- Has estado dando tantas vueltas con el en brazos que lo has mareado- explicó, buscando restar preocupación al otro- Si hubieras seguido así, seguro todo lo que ha comido lo habría devuelto sobre ti- dijo divertido ante la imagen que en su mente se creó. El tan temido demonio bañado en vómito de un pequeño niño que mareado y asustado estaría llorando en sus brazos.
-¿Fue mi culpa que se pusiera así? - pregunto con total remordimiento.
-No te sientas culpable, que no lo has hecho adrede, solo déjalo descansar y no lo muevas tanto- dijo por fin parando las caricias que en el vientre de Sanji dejaba.
Zoro asintió con determinación, procediendo a llenar al pequeño de suaves apapachos y palabras dulces, dichas en el oído, ganándose sonrisas temblorosas del niño que aún con un ligero verde en sus mejillas se dejaba querer.
-Aún tienes mucho que aprender- comentó Zeff, mientras uno de sus ayudantes le llevaba la prueba de una de las tantas salsas que se servirían en la comida, para la familia Vinsmoke y el propio peliverde- le falta sal- dijo con el ceño fruncido al notar la ausencia de esta en la salsa. El chef asintió, para después salir corriendo y realizar la corrección.
-Enséñame todo lo que haga falta- la voz autoritaria del espadachín hizo temblar a más de uno en la cocina, pero el efecto fue contrario en el hombre de pata de palo que de inmediato se vio estampando esta sobre la cabeza del demonio. Ganándose una serie de maldiciones por parte de Zoro y un gritito sorprendido de Sanji.
-Si vas a pedir algo, hazlo de buena manera- gruño realmente molesto- aquí no eres dueño o señor de nadie- dijo con semblante serio- eres como cualquiera de nosotros, por lo que tendrás que tratar a los demás con respetos- rugió, dándole la espalda y dirigiéndose a las parrillas- ahora ¡Largo de mi cocina!, no quiero la presencia de un estúpido demonio, que entorpezca a mis empleados.
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Gādo no akuma
FanfictionNo existe mejor cosa que tener un demonio guardián. Y de eso Sanji sabe mucho.