Antes, los besos solían ser algo intimo, significativo y memorables. Ahora son simples sinónimos de deseo desenfrenado aferrados a un pasado que jamás volverá.
Solíamos ser Steve y yo contra el mundo, hoy por hoy soy yo contra el mundo.
El tacto de sus labios contra los míos se ha convertido en un desesperado intento por sentir de nuevo, por encontrar recuerdos que ahora parecen lejanos. Pero toda esta situación es demasiado intima y lo que llevo en el fondo de mi corazón es poco correspondido razón por la cual intento no alterarme de manera emocional, no lastimarme más con pensamientos que nunca serán realidad. Nos limitaremos a lo momentáneo, a lo físico, y seguramente mañana seremos simples extraños.
El problema es que ver esos ojos azules llenos de deseo me es complicado, porque más allá de esta situación, lo único que demuestran es amor hacia alguien más, mis mayores temores se resumen al ver que nunca seré yo, pero el ritmo no para, y el deseo no se opaca.
Me siento atraído por el rubio, quien sostiene mis caderas con una firmeza que solamente puede proporcionar el, mientras vuelve al juego de roces y toques que buscan finalizar con mi momento para divagar, por estos encuentros ya nada más importa, solo el deseo. Y se caracteriza de esto, las mismas ganas por sentir algo, la electricidad de los toques, pero solo una parte desea que se le llegue a amar.
Nunca tengo el control, aveces imagino que lo tuve pero hasta mi cara contra la almohada me contradice.
Es triste, ¿no? pero además de esas efímeras noches, sus llamadas jamás llegan, sus textos se notan por su ausencia, su presencia se vuelve como un fantasma, tal vez una imaginación, una manera de esperar por algo que no sabes si volverá. Y acá estoy, solo, de nuevo.
Finalmente me despierto en una enorme cama en la cual estoy completamente solo, y solo recuerdo cada una de las palabras que salían de su boca al llegar a verme como ocasionalmente lo hace, son en estas mañanas de soledad cuando extraño las veces en las que amanecía a mi lado, me aferro a los recuerdos que se reproducen en mi mente como una vieja canción, añoro la idea de un por siempre a su lado. Tristemente mientras la luz del sol toca mi cara con recelo y algo de pereza, y el golpe de realidad burlándose de mi mientras me grita que no somos amantes, solo somos extraños, se hace presente. Las memorias se hacen borrosas, únicamente el cansancio en mi cuerpo puede demostrar un poco de realidad en los acontecimientos de la noche pasada.
Seguramente para este entonces, Rogers estará llegando nuevamente a su hogar, besará unos labios que no son los míos, mirará con amor unos ojos que no son míos e ignorará totalmente lo sucedido, como cada cierto tiempo, y se declarará totalmente inocente ante su propio juicio de valor porque no es traición si nadie más lo sabe. No es nada, si simplemente no sale de cuatro paredes y el observar de la luna.
Pero yo te extraño, Steve. Tu únicamente extrañas mi cuerpo.