Capítulo 9- Cena de Navidad

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Aquella mesa posaba entre el silencio ensordecedor y el chirriante sonido de los cubiertos sobre los platos de vidrio con pequeños dibujos navideños. Las miradas incómodas y repentinas hacían que mi estómago se revolviera. Sentía cómo en cualquier momento saldría corriendo de esa mesa, directo al baño para arrojar todo lo que había tragado.

—Y... —rompió Nereida— ¿Cuánto llevan viviendo juntos? —esa pregunta me había incomodado tanto como a Dave, estaba segura.

—Unas semanas apenas —respondí de mala gana.

—Oh, ¿y piensan casarse? —observé a Dave en busca de ayuda.

—Probablemente esos sean los planes futuros, diosa. —sentí cómo se calentaba la sangre en mis mejillas, juraba que tenía la pinta de un tomate. Sé que son cosas que se hablan en pareja, pero no estaba segura de que Dave tuviera interés de pasar el resto de su vida a mi lado.

—Sí, así es —tomé la mano de Dave por debajo de la mesa.

—Qué bueno, ¿dónde vivirán? —la observé con recelo.

—No es momento para hablar de esto. —vi a Nereida a los ojos, con cierto reto en ellos— ¿Les gustó la cena? —tenía que encontrar alguna manera de parar con las preguntas innecesarias de mi madre, estaba al borde del colapso.

—Está todo muy divino, admito que me ha encantado la cena. —dijo mi madre.

—Me alegra que les haya gustado. —sonreí— Bueno, ya se hizo noche, creo que deberían ir a casa.

—Franco... —dijo Nereida algo asustada— ¿No le dijiste?

—¿Decirme qué?—pregunté nerviosa mientras fulminaba a Franco con la mirada.

—Mamá y yo nos quedaremos unos días en casa—Franco frunció el ceño y cerró con fuerza los ojos en espera de mi respuesta.

—No, no, no. No hablamos de eso, no hay habitaciones, lo siento pero no se podrá.

—Oh, no hay problema. Tú y yo dormiremos en tu habitación, y Franco y Dave en la habitación que era de mi hermana.

—Por supuesto que no.—dije firme— No puede venir de repente a mi vida y empezar a tomar decisiones sobre ella, ni siquiera soy menor de edad. Mamá... —paré en seco al escuchar lo que había dicho sin pensar— Nereida —retracté— Es mejor que se vayan.

Nereida me vio con los ojos cristalizados. La vi directo a los ojos y con un brazo señalé la salida.

—Bien... gracias por la comida, estuvo deliciosa —Nereida tomó su bolso y caminó hacia la puerta. Al abrirla, las chicas estaban a punto de tocar el timbre.

—¡Diosa! —dijeron al unísono. Ambas hicieron una reverencia, y subieron lentamente, dirigiéndome miradas llenas de confusión.

—Hola chicas, feliz navidad.

Las chicas la miraron con lentitud mientras se alejaba con Franco. Cada una me tomó de un brazo y me arrastraron dentro de la casa.

—¿Qué carajos, Blaire? —Rachel estaba muy impactada. No sabía cómo contestar, así que hablé.

—Sé que no me van a creer, pero la "diosa" es mi madre... —ambas se miraron y luego a mí. Echaron a reír.

—Buen chiste, Blaire. Pero aún falta un poco para el día de los inocentes.

—Es verdad... —dijo Dave, mientras me tomaba por atrás de los hombros.

—Eso explica mucho... —alcanzó a decir Rachel.

—Chicas... —me volteé para abrazar por la cintura a Dave. Sonreí. —Vamos a comer, no quiero que esta noche se arruine más. Ni siquiera pude comer teniéndola enfrente.

—No lo puedo creer... —ambas avanzaron hacia la sala de comedor con la boca abierta.

—Chicas... —respiré— No hagan de esto un drama, por favor. —ambas pusieron sus ojos como platos, y una al lado de la otra Faridha y Rachel se sentaron de una manera muy lenta y dramática.

—Claro, princesa Blaire —ambas rieron.

—¿Es en serio? —rodé mis ojos y corté un pedazo del pavo— Ustedes en serio me odian... —mencioné con sarcasmo.

—No, te amamos. Por eso hacemos estos... —ambas rieron y se dieron los cinco.

—Hermosa manera de amar.

Todos nos sentamos a comer y disfrutamos de la música de fondo, con sutiles campanadas de navidad y un delicioso olor a canela en el ambiente. Esto era la navidad...


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