Capítulo 1- Recuerdos arrebatados

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[Capítulo 1]

RECUERDOS ARREBATADOS

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Habían pasado ya ocho meses desde que me atreví a hacer con mis amigos, lo que tanto había odiado que hicieran conmigo: arrebatarles sus recuerdos. Después de aquella tremenda pelea con Cristhine y todo aquel alboroto con La Zona X4, lo más conveniente y considerado a hacer con aquellas personas que se habían sacrificado a dar todo por mí, era que pudieran olvidar todo lo que había pasado, desde mi existencia misma.

Recuerdo todo como si hubiera pasado ayer:

Franco y yo caímos al río, el cual estaba con una corriente demasiado violenta, producto de todo lo que estaba pasando; todas las energías estaban siendo expulsadas. Cuando tomé consciencia del riesgo que corríamos mi hermano y yo, decidí expandir un campo alrededor de nosotros que nos diera oxígeno y nos protegiera del agua. Franco y yo nadábamos en una enorme burbuja de aire debajo del agua. Al pasar aproximadamente una hora, decidimos salir. Estábamos a la orilla del río, y de repente nos tirábamos una que otra mirada de culpa.

—Tuviste razón, hermana... —mencionó Franco con el rostro bajo, mientras exprimía una parte de su camisa con sus manos.

—¿De qué hablas? —pregunté insegura, mientras sacaba agua de mis botas.

—De la carta —dijo Franco.

Antes de entregarme a La Zona había escrito una carta, en donde le especificaba a mi hermano lo que tendría que hacer cuando llegara el momento justo de cumplir con su tarea. Una noche antes de redactar esa carta, mi abuela había llegado a mí a través de un sueño, y me advirtió de lo que pasaría. Yo lo sabía todo, es solo que si decía algo, podía cambiar el rumbo del destino y quizás provocar muertes que después me arrepentiría de haber provocado.

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Extrañaba mucho a mis amigos, y sobre todo a Dave. Franco y yo decidimos que ya era momento de regresarles sus memorias a todos, ya que todo estaba más calmo.

—¿Irás hoy? —preguntó Franco mientras ponía un plato con mi desayuno sobre la mesa.

—Sí, ¿me acompañarás? —le pregunté con la esperanza de que me diera un «Sí».

—¿Quieres que lo haga? —esa pregunta me resultaba tonta.

—Claro que quiero que me acompañes, ¿crees que podré sola? —lo miré dramática con mi mano en el pecho.

—Qué dramática eres, Blaire. —tomó una bocanada de aire— Has podido con muchas cosas, no creo que no puedas sola con esto... —bien, era obvio que no quería ir.

—Está bien, está bien. —dije con un tono algo insinuante— No vayas, iré sola —hice énfasis en la última palabra, subiendo mi tono de voz dramáticamente.

—¡Ay, Blaire! —rodó los ojos— Terminemos de desayunar y vamos. Mañana por la tarde visitaré a Mary —Mary había sido la primera a la que le habíamos devuelto sus recuerdos, ya que ella no podía estar mucho tiempo sin ellos. Como una jorguín siempre sabría qué fue lo que se le quitó, y no queríamos lidiar con una zahorí furiosa, esas dan miedo.

—¡Genial! Te amo, hermano. —Franco se sonrojó ante mis palabras cursis.

—También yo —respondió frío y seguido tomó su jugo mientras miraba perdidamente hacia la ventana.

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