Rosas Negras

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- Y… ¿qué paso después?         

- Ese día no pude dormir de emoción, nadie me había observado como él. Algo en el me llamaba, tal vez era el misterio o incluso la ansiedad, la ansiedad de que aquel conocido me llevara de la mano a lo desconocido.

Recuerdo haberme levantado temprano emocionada por un nuevo día, era mi cumpleaños y lo más importante el hecho de que lo vería a él.  La primera acción que hice fue revisar mi celular y leer una y otra vez el mensaje que me había mandado.

*Muchas felicidades hermosa! Te veo en un rato, muero por verte….

Seria realidad¨?  Que de tantas mujeres en aquel comercial, el solo se fijara en mi…  eso era imposible de creer. Conteste a su amena felicitación junto a la dirección de mi casa y la hora en la cual empezaría todo, empecé mi día con el pie derecho, ayude a mama a arreglar todo para este día cuando llego su momento fui a vestirme, recuerdo haberme puesto un vestido casual, con corte  en corazón en el escote, color rosa pálido, uno de los regalos de mi madre.

Y espere…  paso la tarde, mi reunión y el nunca llego…

Acomodábamos las cosas al anochecer y el timbre sonó.  Pude haberlo ignorado pero estaba tan esperanzada de volver a verle as que… acudí a la puerta. – 

El silencio en la habitación se hizo notable y Anie no paraba de llorar, su rostro sin expresión dejaba al descubierto cierto dolor.

- Quien llamaba a la puerta Anie?

- Era Dante, en mi puerta con una sonrisa diferente. Una sonrisa que me aterraba, podría observar como sus manos temblaban, tenía un aspecto diferente como si fuera otra persona y aun así salí. Quería reprocharle tantas cosas, contarle la ilusión que tenía de verlo pero en realidad quería escucharle, verlo.-

- Anie, disculpa pero tuve una crisis, y me fue imposible venir.

- no te preocupes Dante, no era tu obligación venir, es mas no tienes que estar aquí.

- pero… te tengo unas sorpresas… cierra los ojos.- cerré los ojos y siento un toque en mis manos, un rose que me hace abrir los ojos y observo dos rosas negras en mis manos.

-muchas gracias dante.. Pero ¿por qué negras?

-Es para decir adiós...- en su momento no entendí, fue escalofriante  su mirada ante la espera de mi reacción, como si estuviera pasando una especie de prueba. Él me toma de ambos brazos y me abraza, apunto de separarnos me susurra al oído

- sabes que me encantas, ¿verdad Anie?  De alguna extraña razón me siento ligado a ti.- toma mi mano y me dirige a la calle acción que hace que mis rosas caigan al suelo justo a la puerta de mi casa.

- te falta una sorpresa más… quiero que veas algo- me posiciona justo enfrente de mi casa

- que pasa Dante, esta es solo mi casa, claro que la conozco.- lo decía con un toque de gracia tratando de entender un poco su punto.

- quiero que la visualices, cada detalle, memorízala.- se posiciona atrás de mí, pasando sus brazos por mis hombros, meciéndome suavemente. Y por un instante observe las tenues luces de mi hogar, el pequeño patio  donde jugaba con mis hermanastros y me ponía a dibujar, todo bajo la luz de la noche y las estrellas, estaba tan cerca mi familia, mi madre todo lo que me quedaba, una familia que me quería  que me apoyaba  fue cuando entendí que todo lo que necesitaba lo tenía bajo ese techo. Era simplemente maravilloso.

-Es hermoso. Pero ¿por qué quieres que la memorice?- Sentí su silencio mientras el besaba mi cuello.

- porque mi querida Anie…. No la volverás a ver nunca.- fue una voz diferente, diría maligna, me inundo la desesperación pero inmediatamente pone un pedazo de tela en mi nariz, me retuerzo por liberarme pero todo poco a poco se desvanece notando aquella tenue luz desvanecerse ante mí. Viendo así por última vez mi hogar-. Su semblante quiebra, desmayándose al instante ante nosotros, Luis suelta la cámara para alcanzar a sostenerla, acudo rápidamente hacia la puerta pidiendo auxilio a los policías, llevándose a Anie de la habitación. 

Quedamos en shock, Luis empaca nuestro equipo mientras trato de analizar todo lo sucedido, y solo no dejo de pensar en la rosas, ¿por qué negras?   Al momento de salir y registrar todo el papeleo, pido una segunda cita con Anie pidiendo unos días más para terminar esta entrevista.

Paramos en un lugar de comida rápida y Luis  y yo no habíamos comentado nada en todo el camino.

-Delia, sabes que no puedo seguir con esto.

- Luis como te atreves a decirlo, al fin  logramos que hablara hemos avanzado muchísimo. No te acobardes.

- me preocupas, no quiero que lo tomes personal, Delia… tu sabes porque.

- necesito acabar esto Luis  no me dejes sola, por favor.

- solo quiero que sepas que no la puedes ayudar.

- claro que sí, ella aún puede salvarse, solo prométemelo.

- te lo prometo.

Pasaron las horas y aun no podía conciliar el sueño, no podía dejar de pensar en la historia de Anie, saco mi libreta para dar un  repaso a las preguntas de mañana y me encuentro con una hoja con las palabras

Rosas Negras.

Saco mi laptop y me pongo a investigar, no se tengo una corazonada hasta que en mi buscador sale como resultado.

El asesino de los Rosales.

SobreviviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora