Extra; 2 (final definitivo)

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Había tres cosas que habían hecho que Temo temblara como gelatina.

La primera fue cuando tuvo el primer contacto con Aristóteles después de descubrir sus sentimientos por él, su corazón se agitó en demasía al sentir los brazos del chico que le gustaba rodearlo por los hombros con naturalidad, como si no sintiera el cuerpo del chico vibrar bajo su toque, mientras este rogaba internamente porque su corazón no saliera de su pecho.

La segunda vez fue un poco más embarazosa para ambos, aunque para el castañito también dolorosa. El corazón del más pequeño latía descontrolado mientras confesaba sus sentimientos encontrados hacia su amigo, no era una confesión directa, o eso era lo que ambos querían creer. Sus manos se aferraban a los costados de sus pantalones, apretándolos entre sus dedos en busca de tranquilidad, se relamía los labios ante el silencio doloroso.

"Te amo" salió de sus labios sin querer, fue ahí cuando se convirtió realmente en una confesión en todo el sentido de la palabra, sus ojos se llenaron de lágrimas por el temor de ver a su amigo y primer amor marcharse, dejándolo ahí con el corazón fuera de su alcance, se lo había entregado.

Sin embargo, su nerviosismo nunca lo abandonó, en cambio solo incrementó al ver a Aristóteles acercarse peligrosamente a su rostro, su mundo explotó al sentir los labios del pelinegro moverse inexpertos sobre los suyos, buscando quizás una respuesta, o solo experimentar. Su corazón latió emocionado ante la esperanza de ser correspondido, pero se rompió en mil pedazos cuando sus sentimientos fueron definidos con la palabra; error.

La tercera vez era la que más felicidad le daba recordar. Aristóteles le había dicho que lo amaba y que quería estar junto a él, retractándose de todas las palabras dolorosas que antes habían salido de sus labios.

Nunca esperó una declaración tan llena de detalles, para él ya eran pareja desde que se dijeron lo mucho que se amaban por primera vez, pero para el pelinegro eso no fue suficiente y organizó todo para su momento especial. Cuando llegó el momento, Aristóteles sabía perfectamente lo nervioso que estaba su chico, este siempre tomaba su pantalón entre sus manos, provocando arrugas en él, sus ojos se dilataban y relamía ansiosamente sus labios, aunque su ceño se fruncía de vez en cuando también.

Ahora, tenía otra ocasión para agregar a la lista, sus manos ahora no apretaban los costados de sus pantalones, ahora se mantenían presionando y arrugando la camiseta de Aristóteles en la parte de la espalda. No sabía exactamente en qué momento habían llegado a esa posición: Aristóteles entre las piernas medio abiertas del castañito, mientras este estaba sentado sobre la encimera dejando que su cálido aliento fuera directo a el cuello del pelinegro, este se estremecía ante esto sin dejar de besar las clavículas del más pequeño, estaban nerviosos, mas no querían parar.

Aun así, eran conscientes de que no podían seguir en la cocina, porque a pesar de que no había nadie, seguía sin ser el lugar más adecuado o cómodo para la ocasión. Sus labios chocaban creando una gloriosa melodía de chasquidos ante el silencio reinante en el espacio justo en ese momento, juraban que podían escuchar sus corazones latiendo en sintonía.

Temo parecía ser liviano ahora, pues el mayor lo tomó entre sus brazos, no sin antes guiar las piernas del castañito alrededor de sus caderas para que pudiera sujetarse de forma correcta y no se lastimara. Las manos de Temo habían abandonado la camiseta y se concentraban en el cabello ondulado de su novio, a pesar de que ya sabía que era suave, nunca se iba a cansar de tocarlo, pero ahora lo hacía de manera más brusca, buscando calmar el mar de sensaciones en su cuerpo, tiraba de él y lo hacía rollitos entre sus dedos sin llegar a lastimar a su amado.

Cuando llegaron a la habitación, Temo intentó bajarse por sí solo, pero Aristóteles no se lo permitió, lo mantuvo así mientras él se sentaba con delicadeza sobre su cama.

De la nada Temo comenzó a cantar, su voz era melodiosa y dulce, era como un jodido ángel.

"Take a trip into my garden
I've got so much to show ya
The fountains and the waters
Are begging just to know ya"

Temo siempre fue demasiado tímido en cuanto a su cuerpo, sin embargo, ahora no lo parecía, la camisa verde a cuadros negros caía de sus hombros mientras Aristóteles no hacía nada que escucharlo cantar y ver su ahora abdomen descubierto, con las mejillas extremadamente sonrojadas.

"And it's true, baby
I've been saving this for you, baby"

Aristóteles era realmente malo en inglés. Así que no entendía el peso de esas palabras, tal vez eso hacía a Temo lucir más seguro a la hora de cantar.

"I bloom just for you, I bloom just for you
Come on, baby, play me like a love song
Every time it comes on
I get this sweet desire"

Justo ahí, perdieron el control de las cosas y florecieron.







─ Mi papá... él, no estuvo de acuerdo con mi orientación sexual  ─ el silencio se instaló en el foro ─ él siempre dijo que no era normal que dos hombres o dos mujeres se amaran ─ se escuchó un abucheo por parte de la audiencia ─ Por mucho tiempo le creí... hasta que llegó él. ─ Sus ojos se aguaron ─ es claro que extraño a mi padre, pero no fuí yo quien se equivocó. ─ el silencio reinó y Aristóteles lo tomó como incentivo para seguir hablando ─ Dios creó a Adan y a Eva, eso es cierto, pero incluso así, ellos pecaron para estar juntos, al fin y al cabo somos producto de un pecado, no veo porque es diferente. Yo amo y me aman, eso somos al final. ─ Una ola de aplausos por fin se hizo presente ─ Amar no es enfermo, así que,  pueden amarse.













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Do not love me ; AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora