Celos

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Después de la graciosa interacción  entre los dos humanos y el duende, Usopp se retiró de la casa de Sanji, no sin antes dejar en una lista los deberes que el rubio debía llevar a clases,  junto con los apuntes que tomo con cada uno de los maestros. 
Sumando a ello un gran bulto de hojas sueltas, que con letra estilizada se encontraban llenadas, las cuales formaban resúmenes de temas de aspecto paranormal, específicamente de los seres de aspecto diminuto y a los cuales se les asociaban la naturaleza.

El rubio feliz por la preocupación del moreno, prometió llevarle el almuerzo durante toda la semana. Provocando que un muy feliz Usopp se fuera de su casa festejando infantilmente, mientras murmurraba los platillos que deseaba que Sanji le preparará.

Sanji sonrió divertido al verle ir. Cerró la puerta con relativa suavidad, girandose al peliverde que detrás de él, lo esperaba con aspecto realmente molesto.

Sus pequeñas facciones deformadas en furia inquietaron al joven estudiante que sin comprender la razón de su naciente malestar pregunto: —¿Que?—, sus ojos transmitieron la confusión que a su mente asolaba—¿No me digas que sigues molesto por que le conté sobre ti?—, la diversión que le traía esa posibilidad acarició su garganta con una nueva risa.

Como contestación sólo recibió un gruñido potente, que desentonaba con su diminuta estatura—Sólo déjalo pasar—, dijo jugueton, poniéndose en cuclillas, para estar a la altura del mágico ser—Que Usopp sepa de ti no es peligroso—, comentó, mientras su mano se estiraba con el objetivo de tocar el rostro del otro. Buscando con sus caricias suavizar las arrugas que en su frente se formaron—te juro que no estas en riesgo—, insistió, buscando quitar molestia del cuerpo de Zoro.

—Eso no es lo que me preocupa—, gruño, alejando la mano palida de su rostro— además, ¿Quien te dio permiso de tocarme?.

Aquel comentario, logró que la sonrisa de Sanji cayera con preocupación, mientras un agudo dolor se implantada en su pecho, dificultandole la respiración.
—Nadie—, respondió notablemente tristes. Su labio inferior se vio apresado entre sus dientes blancos— No creí que te molestará—, sus manos se vieron entrelazadas y ocultas tras su espalda, poniéndole difícil mantener el equilibrio— Ya que antes no parecía incomodarte—, recordó la noche anterior con claridad. Donde ambos durmieron uno al lado del otro.

El semblante apagado en el humano logró hacer sentir culpable al duende,  que de inmediato se acercó al humano que le evitaba la mirada con dolor— Está bien,  puedes tocarme, no me molesta—, dijo mientras sus propias manitas se recargaban en la pierna del chiquillo,  más arriba del tobillo— Y tampoco estoy molesto por que le contaste sobre mi a Usopp.

—¿En serio?—, sus ojos volvieron a clavarse en el cuerpo de Zoro,  cargados de emoción y un suspiro fue soltado por sus labios— Entonces, ¿Por que estas enojado?—, interrogó. 
Su cabeza se inclino ligeramente a un lado con expectante curiosidad.

Zoro abrió y cerró su boca No repetidas ocasiones, tratando de expresar la molestia que lo asolaba. Pero antes de que las palabras salieran, estas se quedaban atascadas en su paladar.
Y es que no era nada fácil para él, el a aceptar la vergonzosa razón de su mal humor.

Pero más que vergüenza, coraje era lo que sentía. Pues al ver la interacción que el otro humano tenía con el chef lo había hecho rabiar.

¿Es que no sabía que Sanji era suyo? ¿Por que siquiera se atrevía el narizon a hacer reír al rubio? Ese era un trabajo que solo Zoro debería llevar a cabo. 
Nadie más tenía la autoridad de divertirlo, de tocarlo, de mimarlo.

—Marimo—, le llamó Sanji, sacandolo de su trance. Los ojos del duende, se enfocaron se inmediato con los del chico, que sin darse por vencido buscaba una contestación— ¿Cómo vamos a solucionar lo que te molesta, si no me lo dices?—, pregunto — Vamos, no soy adivino para saber que es lo que pasa por esa cabeza de alga.

Zoro refunfuño, dándose por vencido—¿Que relación tienes que ese chico?

Sanji lo miro si comprender la pregunta—Creo habertelo presentado como mi amigo—, dijo aun extrañado.

—Así que ¿Son solo amigos?—,demandó saber. Y al ver Sanji el rostro de Zoro tiñendose de rojo furia, por fin pudo comprender de que iba la cosa.

Una sonrisa enorme y burlona explotó en la cara de Sanji— Así que Usopp te puso celoso—, canto divertido.

—¡¿Qué?!—, grito exageradamente— ¡Claro que no!—, mintió descaradamente.

—Claro que si—,  chillo Sanji,  tomando al peliverde entre sus manos, hasta llevarlo a la altura de su rostro —estas jodidamente celoso— gimió brillante.

—¡Por Oda! Sólo cállate—, rugió, golpeando las manos de Sanji,  buscando zafarse de ellas— ¡ Y bajame ahora mismo!— ordenó.

—Eres horriblemente adorable —,  comentó con maldad, disfrutando de molestarlo— no puedo creer que te enceles por que Usopp vino a verme  —,  se burló — No quiero ni imaginarme como te pondrás cuando venga a jugar video juegos y después se quede a dormir conmigo.

—Maldito—, insulto, para después con violencia jalar el mechón de cabello  más cercanos, sacando un grito adolorido de Sanji que a regañadientes lo soltó.

Zoro callo con maestría en el suelo, dedicándole al cocinero en todo momento una mirada sombría. 
—Eres una mierdecilla cruel—, se lamento Sanji,  acariciando su flequillo, con un notable puchero en sus labios.

Zoro ignoro el insulto y en su lugar jalo el pantalón de la pijama de Sanji, haciendo perder el equilibrio y caer con fuerza sobre el suelo.

El duende se acercó al rostro del hombre, que debido a la caída quedó estampado en el suelo.  Tomó un puñado de cabello rubio, obligadolo a levantar la cabeza y mirarlo.

—¡No quiero que nadie este tan cerca de ti!—,hablo cuando los ojos de Sanji se fijaron en el— No importa si son amigos o familiares, tu eres mío y solo mío — su voz llena de autoridad provocó un temblor en el cocinero, que sorprendido lo miro con la mandíbula floja.

—Entonces...—, dijo el rubio en voz baja— si estas celoso.

—Y una mierda, ¡Claro que si!- su respuesta consiguió que el rojo explotará con violencia sobre las mejillas, el cuello y las orejas de Sanji, que avergonzado bajo de nueva cuenta el rostro al suelo.

—Eso es lindo—, balbuceó el joven, hecho bolita en el piso.

Zoro sólo pudo sonreír ante las acciones adorables que hacía el adolescente.
El lindo eres tu—  pensó al verlo chillar aún avergonzado.

Pièces d'orDonde viven las historias. Descúbrelo ahora