Relato 1 parte 2

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Me quedé en la cama con la respiración agitada sin poderme mover, ese desconocido me había dado mi mayor orgasmo de mí vida. Me quedé con ganas de más, poderle tocar, poder sentir sus labios sobre los míos, poder notar su pene dentro de mi ya que sólo con sus dedos y sus lametones en mis pezones había conseguido lo que muchos intentaron y no consiguieron.

Me quedé frustrada a la vez que relajada una contradicción de las buenas.

Al cabo de unos meses ya se me había olvidado aquel desconocido ya que no volvió a aparecer y le estuve esperando cada noche con ansias de poderlo sentir en todo su esplendor. Estaba triste al ver que ya no había vuelto a venir pero sentí una mano acariciar mi espalda desnuda y me taparon la boca para que no chillará. Como pude me giré y vi unos ojos azules como el océano, unos labios carnosos, pelo muy negro y rebelde, tenía delante de mí un dios griego, no me lo podía creer ya que yo no era una belleza aunque tenga mis curvas definidas, lo miré a los ojos sin poder articular palabra.

Me beso suavemente sin quitar sus ojos de los míos, me puse nerviosa pero le correspondí como pude, me temblaba todo el cuerpo al sentir su calor, me acariciaba suavemente el pelo mientras el beso se convertía en más fogoso y más salvaje. Sus manos bajaron hasta mis pechos y me daba suaves caricias para poner mis pezones duros que al instante se me erizaron, quería tocarle pero me tenía atrapada sin poderme mover eso me daba frustración, pero no me negaba a sus caricias.

Sus besos bajaron a mi cuello y eso hizo que se me escapara un jadeo de placer y él sonrió al notar aquello, no dejó de besar mi cuerpo hasta llegar a mi coño húmedo y me retorcía mis pezones y su lengua jugaba con mi clítoris, me hacía gemir de tal manera que me ruboricé al instante. Me follaba con su lengua juguetona y yo le agarré del pelo fuertemente porque notaba que mi clímax llegaba a su punto álgido. Eso hizo que no parará hasta beberse todos mis jugos, como pude hice que subiera a besarme y probar mi sabor y con mi mano agarré su pene erecto y duro y lo llevé a mi coño húmedo y caliente hasta notar como me iba penetrando lentamente ya que entendió mi demanda, quería que me follará duro y sin piedad y así lo hizo.
Estábamos sudados y en esa habitación sólo se oían nuestros gemidos de placer porque tocaba mi punto débil y eso hacia que no pudiera parar de gemir y arrañar su espalda mientras nos dábamos algunos besos tórridos.
Al final llegamos al orgasmo juntos, me dio un tierno beso al salirse de mi y nos quedamos dormidos abrazados.

Fin

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