Pereza.

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King.

No podía soportarlo. Había llegado a mi límite. Las lágrimas salían sin parar de mis ojos, escurriendo por mis mejillas y barbilla hasta acabar chocando contra el suelo. El ambiente del Boar Hat en ese momento tan crítico para mí no era en absoluto favorable, por lo que en un desesperado intento por calmarme y evitar que todos me vieran en ese estado, corrí. Corrí sin rumbo hacia fuera de la taberna, adentrándome en un bosque cercano y encontrando una pequeña zona escondida con un gran árbol y un laguito, desparramándome en el suelo dejando mi espalda apoyada en el tronco del árbol y escondiendo mi cara entre mis rodillas, dándome la libertad de llorar y descargar todo el dolor y la rabia acumulados dentro de mí.

Lloré hasta secarme, y fue entones cuando conseguí calmarme un poco, levantando la mirada y frotándome los ojos para ser capaz de apreciar el paisaje que me rodeaba. El lugar parecía el pequeño jardín de unos duendecitos, la gran cantidad de maleza y vegetación que lo rodeaba hacía que pareciera un sitio cerrado, donde apenas entraba la luz de la luna debido a las hojas de los árboles, que actuaban como techo.

El pequeño lago frente a mí, que más bien parecía un gran charco por lo pequeño que era, se encontraba en total calma, no existía nada que perturbara la quietud del agua. En él se reflejaban algunas motas de la luz de la luna que se colaban entre las hojas de los árboles, creando un ambiente en el lugar ciertamente místico.

Cuando miré hacia arriba, me di cuenta de que el árbol en el que me encontraba apoyada era un sauce llorón. Su aspecto daba la impresión, efectivamente, de estar llorando, como su propio nombre indica, como yo misma lo estaba hace unos minutos.

Por suerte, el haber observado detenidamente tan hermoso y tranquilo paisaje, me hizo conseguir el estado de calma que tanto había estado anhelando desde que salí de la taberna. Aun estando ahora mejor, me seguía produciendo pena y rabia lo que había pasado en el Boar Hat.

Yo trabajo de camarera en la taberna, y esta noche estaba llena de borrachuzos gritando y armando escándalo, y si a mí ya de por sí me molesta mucho el ruido, el hecho de que uno de esos asquerosos hombres me haya tocado y masajeado el culo con todo el descaro del mundo y sin mi consentimiento, me ha terminado cabreando hasta límites insospechados. Obviamente eché al hombre del bar a patadas, pero el enfado se ha quedado. Pero es que ahí no acaba la cosa.

Ban y yo nunca nos hemos llevado bien, discutimos constantemente, y el hecho de que ambos tuviéramos personalidades tan fuertes no ayudaba mucho. Esta vez, la pelea había empezado por una tontería enorme, pero acabó completamente descarrilada. Ban es el cocinero de la taberna, y uno de los clientes le pidió un plato que se tarda mucho en preparar, y cuando yo lo fui a servir, me desequilibré y se me cayó. Ban salió de la cocina hecho una furia y gritándome, por lo que yo, encendida y de mal humor por lo que había pasado antes con el hombre que me había tocado el culo, le empecé a gritar de vuelta. Una cosa llevó a la otra, y entre insultos Ban terminó sacando un tema muy delicado para mí: el suicidio de mi madre. Habían pasado años desde ese suceso, pero el hecho de pensar en él, hacía que toda clase de imágenes y recuerdos de ese día me asaltaran la cabeza.

Cuanto más recordaba las palabras de Ban, más rabia y tristeza crecían en mi cuerpo. Mis ojos, hinchados de tanto llorar, dolían, al igual que mi cabeza, y ahora empezaban a escocer por las ganas que tenía de volver a entrar en llanto.

Cuando nuevamente lágrimas escurrían por mis mejillas, escuché una voz, girando rápidamente la cabeza hacia el lugar de donde provenía el ruido.

- Hola. - Miré hacia arriba, encontrándome con King, como siempre en compañía de su querida almohada, volando unos centímetros por encima del suelo. Se movió hasta estar delante de mí, y bajó, quedando sentado cara a cara conmigo, abrazando su almohada. - Ban es un idiota... ¿Cómo se le ocurre decirte eso? ¿Es que no tiene nada de tacto o qué? Algún día de estos le voy a matar. - Escuché atentamente su discurso de odio hacia Ban, y no pude evitar que se formara una pequeña sonrisa en mi cara. Me sentía agradecida de no ser la única que le odiara y de que este chico tan bueno y dulce hubiera venido a consolarme. Solté una pequeña risita al verle con esa cara de cabreo, es decir, por muy enfadado que estuviera nunca le ibas a poder tomar en serio con la carita de niño que tiene.

Nanatsu No Taizai x Reader [One-shots lemon] +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora