PRIMER BESO

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—Gracias, Hank. Buen trabajo — bromeó el profesor mientras Mc Coy dibujaba una gran X en el abdomen de un maniquí, y luego volvió la vista al rubio —. Bien, Alex, quiero que le des a la X sin que me des a mí, te lo suplico...

— ¿Es en serio? — Summers lo miró sorprendido. Hasta el momento, todos sus intentos de dar en el blanco habían sido fallidos.

— Sí, muy en serio. Confío en ti, completa y plenamente.

Del otro lado del maniquí, Hank también se había quedado atónito pero, Si Charles estaba tan confiado, por algo sería. De hecho, el también confiaba en el pequeño Havok, por lo que se apartó un poco y no pudo evitar cerrar los ojos cuando percibió que el rubio estaba listo.

Sin embargo, Alex no estaba tan seguro. Por un momento, se dijo a sí mismo que esto terminaría en una tragedia y, no pudo evitar preguntarse cómo podría volver a verlos a la cara si llegara a lastimarlos, sobre todo a Hank. Pero, al ver que éste último no se había movido de allí, supo que el de lentes también confiaba en él, y esto lo hizo sentirse más seguro.

Finalmente, suspiró y se preparó para lanzar su ataque. Tal y como el profesor lo predijo, esta vez no falló por lo que lanzó un grito de júbilo.

— Bien hecho, Alex. Sabía que lo harías.

Hank asintió, dando a entender que estaba de acuerdo con las palabras del profesor.

— ¿Sigo siendo Bozo? — preguntó, con una sonrisa que hizo que el rubio sintiera un nudo en el estómago.

— Sí — asintió y luego lo miró, agradecido —, pero buen trabajo.

— Sí — asintió y luego lo miró, agradecido —, pero buen trabajo

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Unas horas después, Alex Summers aún estaba eufórico. Por primera vez en su vida había logrado controlar aquello por lo que había permanecido aislado durante tanto tiempo.

El sol comenzaba a ocultarse, en el cielo comenzaban a verse las primeras estrellas y una suave brisa acariciaba sus cabellos. Sentado bajo el roble favorito del profesor, volvía a evocar aquel momento y no hacía más que sonreír. Nunca pensó que lo lograría, de no ser por la paciencia y confianza de Charles. Y también del esfuerzo e intelecto de Hank, al construir aquel dispositivo para él.

Volvió a pensar en el castaño y sus labios se curvaron en una sonrisa boba, como cada vez que pensaba en él. Si bien no creía que pudiera corresponderlo, la pequeña conversación que tuvieron en la madrugada le había dado cierta esperanza. Se recostó sobre el suave césped y cerró los ojos, imaginando cómo sería.

— Hank... — susurró.

— ¿Sí?

El rubio abrió los ojos y se incorporó rápidamente. Jamás se había dado cuenta de su presencia, lo cual lo sorprendió bastante. Parecía que llevaba un largo rato allí, recargado del otro lado del roble, mientras leía un libro.

— Vas a matarme de un susto... ¿Llevas mucho tiempo aquí?

— No más de diez minutos. Pensé que estabas dormido y no quise molestar — respondió el más alto, mirándolo fijamente —. Lamento asustarte.

— No, está bien.

Ambos permanecieron un largo rato en silencio. Alex pensaba qué decir, mientras que Hank intentaba concentrarse en su lectura, lo cual fue un fracaso total. Finalmente, cerró el libro y volvió a mirar al menor.

— Hiciste un buen trabajo hoy — susurró —. Sabía que podías con ello.

— Eso fue gracias a tí — respondió el rubio sin pensar, y luego se arrepintió —. Es decir, si no hubieses creado ese panel, yo...

— No es nada — McCoy se encogió de hombros —. De hecho, es un proyecto en el que venía trabajando hace algunos años. Me alegra que finalmente sea útil.

— ¿De veras? En verdad eres una caja de sorpresas, McCoy... ¿Puedo preguntar en qué trabajas ahora? He notado que te encierras en tu laboratorio y no sales por horas.

Hank calló un momento. Se preguntó a qué se debía tanta amabilidad de golpe, aunque sospechaba el motivo: ya no representaba un "obstáculo" para Havok y éste podría intentar algo con Raven, si quisiera. De solo pensar en ello se sintió un poco decepcionado.

— No es la gran cosa, es solo un suero inhibidor — murmuró levantándose, quería encerrarse en su "cueva" y no salir de allí por años —. Me ayudará con mi mutación externa, aunque sin alterar mis habilidades.

— Hank... ¿Por qué te cuesta tanto aceptarte tal y como eres?

Aquella pregunta hizo que el más alto quedara inmóvil. ¿Cómo era posible que él, Alex Summers, preguntara una cosa así, cuando lo había convertido en el blanco de todas sus burlas?

— Sabes por qué, Alex — musitó alejándose —. No tienes idea lo que daría por sentirme normal...

— No entiendo ese empeño, es decir, ¿Qué es "normal"? — un poco molesto, Alex lo tomó del brazo —. Hank, eres el mejor científico que tenemos, sin lugar a dudas una pieza fundamental en este equipo.

Mc Coy no sabía qué decir. Se limitó a mirarlo fijamente a los ojos, tratando de adivinar qué era lo que pasaba por la mente del menor. Por su parte, Alex aún no era capaz de soltarlo, y comenzaba a debatirse entre seguir sus instintos o seguir con la misma actitud de siempre pero... ¿valía la pena esto último?

Sin pensárselo dos veces se acercó al mayor y posó sus labios sobre los contrarios. Fue un beso fugaz, impulsivo como el mismo Summers, quien no dejaba de preguntarse si había hecho lo correcto. Se apartó sólo unos centímetros y miró esos ojos azules que no hacían más que provocar en él un dulce terremoto de emociones. Podía sentir el aliento de Hank y los latidos de su corazón, casi tan agitado como el suyo. ¿Acaso él sentía lo mismo?

— No eres un monstruo, Hank — dijo en un susurro y, para su sorpresa, esta vez era el ojiazul quien se inclinaba para besarlo una vez más. 

Hasta que por fin!!!

¿Qué les pareció? ¿Fue un buen cierre para los anteriores? Personalmente creo que puedo seguir explotando esta trama un poquito más, pero ya veremos qué pasa en con las siguientes temáticas...

Para este one shot me basé en este clásico:

Como siempre, si les gustó, no olviden dejar su estrellita y comentario. Si gustan, pueden elegir con qué temática del listado les gustaría que siga, al fin y al cabo me debo a mis lectores, ¿no?

Nos leemos la próxima!!

Lizzie ;)

Treinta días a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora