Extra #1 | Fuego.

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Mis labios recorren la espalda desnuda de Alba, que mantiene las manos apoyadas en la pared mientras mi boca besa parte de su columna vertebral, haciéndola temblar.

Mis manos trabajan en librarse del molesto sujetador que, desabrochado, cuelga de sus brazos, y una vez ha sido lanzado a algún lugar de la habitación, permito a mis instintos más primarios tomar el control absoluto de la situación, mordiendo suavemente el hombro de Alba a la vez que mis dedos rozan su pecho.

Tomo uno de sus senos en cada mano mientras que mi boca continua haciendo estragos en la parte baja de su cuello, cada vez más llena de pequeñas marcas, y Alba deja escapar un gemido cuando pellizco con suavidad uno de sus pezones, ya duro debido a la situación en la que nos encontramos.

La rubia me sorprende al girarse entre mis brazos, logrando finalmente deshacerse de mi camisa, arrancando un par de botones por el camino, con la impaciencia que la caracteriza. Me quedo embobada con su torso desnudo y mi boca se hace agua al saber que tengo a esta mujer toda para mí.

Me acerca a ella, tirando del pantalón que aún llevo puesto, y mi boca vuelve a encontrase con la suya, esta vez sin prisa, mientras mis manos se cuelan por el elástico de su tanga, para poder tocar su centro.

- Quítate los pantalones. - Me ordena, empujándome hacia atrás por los hombros. Ante su atenta mirada, me agacho para quitarme los zapatos y no puedo resistirme al ver como me mira desde arriba.

No espera que la empuje contra la pared y me ponga de rodillas, a la altura de su vientre, donde reparto algunos besos. Sus manos se enredan en mi pelo y no puedo esperar para verla derretirse entre mis brazos.

Me deshago de su tanga como buenamente puedo, con un poco de ayuda por su parte, y mis ojos inmediatamente se dirigen a la única parte que no había visto de ella aún.

La mujer que tengo delante de mí es preciosa en todos los sentidos.

No puedo evitar mirarla mientras acerco mi boca a su centro. Sus ojos se cierran cuando mi lengua encuentra su clítoris y mis labios succionan justo con la presión perfecta como para arrancarle un gemido que resuena en el silencio de la habitación.

Comienzo a mover mi lengua, trazando distintos patrones en el punto más sensible de su cuerpo, mientras una de mis manos rodea su cintura para que no pierda el equilibrio cuando levanto una de sus piernas y la situo sobre mi hombro, dejándola completamente expuesta a mí.

Alterno algunos lametones desde su centro hasta su clítoris con succiones precisas. La escucho suspirar y gemir varias veces, cada vez más fuerte, y su cadera se mueve contra mi boca, buscando más contacto.

Mi otra mano se mueve hasta su centro y poco a poco la penetro con dos de mis dedos, notando que está más que preparada. Empiezo con pequeños envites, superficiales, mientras mi lengua continua jugando.

Su centro se contrae poco a poco, dejándome menos libertad de movimiento con cada embestida. Arqueo mis dedos levemente, buscando encontrar un lugar concreto. Sé que lo he encontrado cuando escucho a Alba gritar mi nombre y una de sus manos tira de mi pelo, lo que me hace sonreír y acelerar levemente mis movimientos, centrándome en golpear ese mismo punto cada vez.

Mi brazo se mueve a un ritmo casi descontrolado y mi lengua pasa de pequeños toquecitos a una auténtica emboscada contra su manojo de nervios, que cada vez noto más hinchado, hecho que junto a las contracciones de su centro, me indica que la rubia está a punto de correrse contra mi boca.

No para de soltar maldiciones y pequeños jadeos, con la respiración cada vez más alterada. Y entonces tarareo, creando una pequeña vibración entre sus piernas.

In Art We Trust || albaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora