Yoongi
¿Quién hubiera dicho que ese niño de rodillas sucias por la tierra seca, y empapadas por su propia sangre y otros fluidos denigrantes, acabaría ganando tales apodos en el futuro? "Hermoso, sublime, celestial, místico, etéreo, sobrenatural, deidad, oráculo...", me sentía ajeno a tal identidad. Como si todos aquellos apodos fueran demasiado grandes para meterlo en mis dedos, deslizándose por ellos como oro líquido. Pues no encajaban conmigo. Nunca encajaron. Y podía tratarlos con indiferencia cada vez que me llamaban de tal manera a excepción de... el último. Oráculo. Oráculo. El odio que sentí al ser llamado de tal manera no lograba expresarlo con palabras a totalidad, todo me parecía demasiado breve a diferencia. Era un nombre que me quedaba pequeño, y más que eso, sólo me causaba el más intenso de los terrores. Durante años y cada vez que lo escuché no dejó de ser una anticipación discreta de que el más tortuoso de los dolores y las penas pendía y estaba a punto de caer sobre mi cabeza. Degollándome vivo. Oráculo.
Mucho antes de que pudiera ser llamado siquiera así, que personas con las que nunca entablé una real conversación se dirigieran de tal modo a mí al verme o al señalarme desde sus puestos como la sombra de aquel hombre, mirándome situado de pie en aquel balcón, habían otros nombres que no engrandecían tanto a mi nombre y me situaban como el simple chiquillo que alguna vez fui.
Adivino, ilusionista, "la misteriosa pitonisa oriental". Mirándolo ahora, incluso me hace gracia.
Algún lugar del Antiguo Reino Joseon (Actual Corea), Año 74 d.C.
— ¡Yoonjie! ¡Yoonjie! ¿Dónde estás?
— ¡A que no me pillas, Yoongi! ¡Qué lento eres! —El pequeño pálido bufó. Pues si su hermana creía que iba a poder huir de él por muy rápida que fuera definitivamente contestarle había sido un gran error de su parte. Pues si bien el pequeño rubio no era rápido, atlético, ágil o fuerte como sí lo era incluso su hermana menor de siete años (una vergüenza, si se consideraba que él era hombre y además tenía nueve), por lo menos él si tenía cerebro y además de eso un orgullo del cual su madre siempre pronosticaba con frialdad que le iba a traer problemas en el futuro.
Desde luego que no dejaría que su hermana huyera de sus tareas así como así, todos debían trabajar en la casa de los Min, no solo el señor y la señora Min, sino que también sus hijos entraban al saco. Yoongi, con nueve años era el mayor de los cinco hermanos, y por tanto además de serle encargadas las tareas de mayor dificultad y andar siempre a las faldas de su madre para ayudarla a lavar la ropa o asistir a su padre con los trabajos de siembra y cosecha, él debía hacer de niñera de sus hermanos pequeños. Era agotador. Su día a día solo se resumía a eso, y aunque no había ningún niño de su edad con el que jugar (pues las disputas y las guerras civiles habrían logrado que su familia huyera de la ciudad a una vida más tranquila y solitaria en las montañas), por lo menos si encontraba diversión y risas en el día a día con sus hermanos pequeños.
Yoongi vio como su hermana pequeña, la segunda "mayor", Yoonjie, corría mirando por sobre su hombro para no perder de vista a su hermano y así no sufrir de ninguna emboscada. Sus pies rápidos y descalzos sobre el suelo aplastaban ramas quebradas e insectos con fuerza, empapándose en barro y en el verdoso césped de las montañas. Sus risillas eran casi contagiosas, y Yoongi comenzaba a perder la paciencia. Yoonjie estaba increíblemente feliz por haber conseguido superar por fin a su hermano mayor en el "pilla pilla" cuando fue que el rostro de horror de Yoongi la hizo voltear la vista a su propio camino y fue demasiado tarde para cuando Yoonjie siquiera pensó en frenar.
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passion v/s sanctuary ; 전민 kookgi.
Fiksi PenggemarJungkook tiene que pagar por los crímenes que ha cometido su padre. Él no tiene culpa alguna más que la de llevar su sangre, sin embargo es eso o vivir con deshonor, y como quién se considera un verdadero hijo de Macedonia hará todo lo posible para...