Año 81 d.C.
Jungkook
Inhala... exhala. Inhala... exhala. Detén un momento tu agitada rutina, y simplemente siente como en tus fosas nasales entra aquella brisa marina a ser una con tu sistema, se vuelve parte de ti, y casi sientes como si estás inmerso en esas aguas cálidas y los rugidos del horizonte cada vez que una ola estrella contra el macizo azul. Tú estás en medio de todo. Intacto. Disfrutando de las bondades de Poseidón.
Habían veces, como justo lo estaba haciendo en ese momento, que Jungkook intentaba pensar cómo habría sido su vida de otra manera.
Sentado frente a la costa y sobre una firme roca que le dejaba una ventajosa vista al horizonte azul, fue que Jungkook bajó la vista del paisaje y empezó a mirar sus manos, tostadas por el sol y al igual que el resto de su cuerpo éstas se veían duras y confiables. Grandes y seguras, fuertes; sus nudillos algo destrozados y con callos en las terminaciones de sus dedos que no se notaban a no ser que tocaras sus manos con suavidad. La razón era obvia y nada inusual. Peleas. El manejo y el entrenamiento de combate cuerpo a cuerpo así como con espadas.
Jungkook no era violento, o al menos no siempre lo fue. Fueron las circunstancias las que le obligaron a modificar su conducta y su forma de ser.
— ¡Vamos, hombre! ¡Tira con más fuerza! ¡Necesitamos guardar las velas!
Aquel grito lejano consiguió sacar de su trance a Jungkook, enfocándola ahora en los hombres pesqueros que luchaban por guardar sus embarcaciones y atarlas en el puerto al mismo tiempo que otros tantos sacaban la pesca del día y las metían en barriles donde serían transportadas y vendidas en los mercados próximos. Uno de los sujetos le dio una colleja bastante buena a otro chico, mucho más joven, regañándolo por un movimiento mal hecho seguramente con las sogas, antes de tomarlo de la nuca y darle un beso en la frente bastante brusco. El joven sonrió orgulloso por algo que le dijo su padre y fue corriendo a buscar algo dentro de la embarcación. Jungkook sonrió con melancolía. Desde luego en aquella sociedad los afectos no los hacían más o menos hombres con ese tipo de tratos para con sus parientes, y bien podría haber sido la vida de Jungkook de ser mejor su destino.
Pero las Moiras habrían decidido que Jungkook se enlistara en la guerra, así como su hermano mayor desde una edad muy temprana. Y aunque nunca se sintió como un griego sirvió de todas maneras a aquella nación, adoptando sus costumbres, su estilo de lucha, llevando su insignia. Rindiendo honores y tributo a su reina. ¿Pero, qué era Jungkook? Incluso su nombre desencajaba con el de varios allí. Su calidad de mestizo en realidad no parecía tener fin. Su sangre llevaba descendencia de los comerciantes orientales (por parte de madre), (así como por parte de padre) de guerreros macedonios, de conducta y formas de moverse derivada a sus maestros, otros hijos directos de Esparta (como así se hacían llamar ellos) y un legado griego que corría por sus venas también. Era increíble como algo tan insignificante como eso se podría ver en un inicio lograba ser tanto bueno como malo en su vida.
Las discriminaciones que sufrió Jungkook tanto al interior del ejército como fuera de este no tuvieron fin y apenas menguaron cuando sus logros lo convirtieron en lo que fue después, un asesino, un guerrero. Su nombre aunque resultaba el de un extranjero entre tantos griegos, logró infundir respeto. Y al tener tantas mezclas culturales construyendo a su persona, también habrían de ayudarle a tomar lo mejor no solo de una cultura, sino de la de muchas.
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passion v/s sanctuary ; 전민 kookgi.
Fiksi PenggemarJungkook tiene que pagar por los crímenes que ha cometido su padre. Él no tiene culpa alguna más que la de llevar su sangre, sin embargo es eso o vivir con deshonor, y como quién se considera un verdadero hijo de Macedonia hará todo lo posible para...