D O S

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🥀|Tomemos un café.

Raven no podía concentrarse en el libro ya que cada dos segundos la rabia le consumía al recordar como aquel chico la había tratado. Así que cerró el libro con fuerza y lo colocó en una de las pequeñas mesitas. Se quedó ahí, observando al chico quien ya tenía dos libros en su mano y sin embargo seguía merodeando por los estantes en busca de un tercero.

Una chica de unos 15 años se acercó a Raven, le sonrió y le saludó.

—Hey, disculpa, estoy buscando libros de Arthur Clarke. — Raven se levantó y comenzó a caminar en dirección al tercer instante, la chica por inercia la siguió.

—Aquí está la colección de Arthur Clarke. Pero si no encuentras el libros que buscas puedes llamarme, me he leído casi todos los que están en esta librería y los conozco a la perfección.

La chica le agradeció y comenzó a buscar en el estante. Mientras Raven le dio un vistazo rápido al chico quien parecía ahora completamente decidido y se dirigió a la caja para pagarlos.

Raven le siguió con la mirad fija, por alguna razón guardarse la rabia le estaba afectando de una manera algo extraña.

Vio como Chester le sonreía y tomaba los tres libros en sus manos listos, pero el chico de la bufanda se mantenía serio y soltaba un par de palabras de vez en cuando, su postura recta intimidaba y producía algo de miedo.

Cuando lo vio salir por la puerta, Raven se relajó. Que el chico saliera de su campo de visión le calmó un poco la rabia que tenía en su interior, así que no le quedaba de mas que esperar no volver a verlo.

La castaña se dirigió a la casa mientras Chester parecía entretenido en revisar su celular, mas levantó la vista por unos segundos cuando notó la presencia de su mejor amiga frente a él.

—¡No vas a creerlo! Ese chico que acabas de atender se burló de mi. — Se quejó la chica mientras juega con la coleta alta que lleva, su pelo no es largo pero tampoco es tan corto. Raven diría que le llega un poco mas abajo de los hombros y le gustaba recogerlo porque según ella, le daba un toque mas fresco a su rostro. 

Chester le miro arqueando una ceja en su dirección y se encogió de hombros meneando sus ojos azules.

— No lo sé, no parecía ser de muchas palabras.

— ¡Incluso intentó fumar aquí! ¿Qué nos pasa a nosotros los jóvenes? — La chica dejó caer la mitad de su cuerpo sobre el escritorio junto con un suspiro dramático. Lo único que pensaba era que si alguna vez volvía a ver a aquel tipo, le daría su merecido.

— ¿Intentó fumar en un espacio cerrado? — Raven asiente ante la pregunta de Chester y el chico de ojos oceánicos le di una sonrisa ladina. — Tiene agallas.

Raven se levantó indignada, sintió que una vena estaba por salirse de su cuello e impactar justo en la cara de su mejor amigo.

—¿En serio? ¡El tipo me faltó el respeto!

—Eso es porque nadie te toma en serio — Raven abrió la boca ofendida pero su amigo la colocó un dedo en frente en señal de que esperara. — Y eso es porque eres como un osito, necesitas ser más ruda, mas intimidable.

Bueno, para Raven, la conclusión de Chester parecía tener sentido, después de todo, si lo pensaba un poco, se daría cuenta que fue demasiado pacífica y tolerable con el chico.

— ¿Y cómo hago eso? — La chica se encogió de hombros mientras esperaba que su amigo le respondiera. La verdad es que Raven sabe que los consejos de Chester a veces no son los mejores pero resultan ser bastantes efectivos. Por lo que no le quedaba mas que confiar en su mejor amigo.

La teoría del amor • S.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora