XI

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—Atención —Alerto a mi grupo, hago una pausa y doy la orden—. ¡Firmes!.

El grupo responde correctamente en posición firme.

—¡Recargar misiles y posición de Batalla!, ¡Ya!. —Mi voz es fuerte en todo momento.

Observo con cuidado.

Pisadas al unísono. Segunda orden respondida a la perfección.

Bueno, casi...

—Flexiona un poco más, Jack —Palmeo una de mis piernas, mirando serio desde mi posición en dirección al joven desubicado—. Y cierra un poco tu abertura, puedes resbalar al tratar de esquivar o recibir un ataque.

Lo lamento, señor. —Se disculpa el chico, acomodándose casco y obedeciendo a la corrección.

—Así esta mejor.

Le sonreí aligerando mis fracciones, y continuando con la práctica.

Tengo 5 columnas de chicos formados por orden de tamaño frente a mi, jóvenes de la localidad que quieren convertirse en la siguiente milicia juvenil oficial de la isla. Vistiendo con sus pequeñas armaduras y misiles láser, cortesía de los restos de chatarra que pertenecían a Eggman.

El departamento de seguridad y supervisión por aquí es un poco vago debido a su limitado personal, así que por cuenta propia y en busca de ayudar, un conjunto armó su propia liga de seguratas aprendices, que al terminar su entrenamiento, se dispersarán por la isla para patrullar y evitar accidentes. Y yo solo puedo pensar una cosa:

Quieren deshacerse de mi, maldición.

Quieren hacer oficial mi inutilidad en este jodido lugar. Quieren empezar una rebelión contra mi y inhabilitar mi título.

Y para colmo estoy siendo obligado a pertenecer a su equipo.

La gorra militar que cargo encima me da calor.

Sin contar que como líder del equipo Sonic, me ofrecieron ser líder de este equipo también, como un trabajo "sencillo" y de no mucho tiempo, pero rechacé el cargo por mera flojera. Así de fácil. Aunque sé de estas cosas y soy completamente capaz de hacerlo, no lo hago porque... No quiero. Sinceramente esto no es lo mío.

De hecho me siento ligeramente amenazado por el primer coronel de aquí quien me mira desde lo lejos mientras dicto las ordenes.

Estoy aquí solo por venir a ver el progreso del proyecto, además de presentarme a saludar (cosa a la que me obligó Tails, de verdad no quería venir, o sea, son las 7 am, y según él es tarde, mis ojeras se comen mis pómulos) a los nuevos estudiantes y darles una clase para animarlos.

—¡Arma al pecho, firmes de nuevo, muchachos! —Obedecen sin dudar. Tomando más aire y actitud, comienzo caminar en círculos sobre la tarima desde donde vigilaba a todos—. Bien, bien. Una de las firmas que permitió la apertura de este grupo fue la mía, porque quise darles la oportunidad de saber tanto como yo, qué es hacer el bien, por sus propios caudales, y de forma organizada —Mi dedo se alza para hablar—. ¡Pero!, no obstante, no todos pueden confiar tanto como yo en ustedes. Aquí, chicos, encontrarán las herramientas para hacerse seres respetables para su amada playa. —Normalmente estos discursos me brotan de la garganta, no necesito guías ni notas, amo hablar con las multitudes. Regresé mis manos a la espalda.

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