Capítulo ocho: Sam.

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Sam.

—Me parece innecesario —comenta Sky.

—Dímelo a mi.

Me sonríe divertida y señala hacia la terraza de la cafetería.

—Todos nos miran.

Me vuelvo hacia las mesas y Chloé es la primera en llamar mi atención. Su ondulado cabello caoba y sus ojos color azul, que por alguna ironía del destino no están posados en mí. Mira a un chico de su curso y le sonríe de forma coqueta.

Frunzo el ceño al sentir un pinchazo en el pecho y me vuelvo de nuevo hacia Sky.

Normalmente no vuelvo a hablar con las chicas a las que me tiro, pero Sky es agradable. Sus ojos verdes centellean brillantes.

—Tengo hambre y no me apetece la mierda de comida de la cafetería —le digo—. ¿Te vienes fuera?

Sonríe divertida, y en cuanto el director nos manda callar para hacer una nueva foto, me agarra de la mano y echa a correr hacia dentro del centro. El director grita, pero no paramos.

Al pasar junto a la mesa de Chloé, esta me mira. Y en su mirada hay una pizca de decepción y reproche.

***

—¿Y tienes dinero?

—Claro que no —respondo.

Hemos elegido lo que probablemente sea el restaurante más caro de la ciudad, y los dos empezamos a reír al terminar el postre y comprender que tendremos que salir sin pagar.

Y así hacemos. Nos levantamos tranquilamente, Sky entrelaza su brazo con el mío y salimos con paso lento y seguro del local.

Una vez fuera, nos echamos a reír.

—Vayámonos antes de que se den cuenta —insta sonriente Sky, tirando de mi brazo.

Continuamos caminando, hablando y riendo por tonterías, pero no tardamos en sumirnos en un silencio incómodo.

Y entonces, ahí está. Marlene Hadford, con una camisa transparente negra y unas medias que únicamente llegan a mitad de su muslo con encaje. Mi madre.

Trato de pasar por su lado sin que se dé cuenta, pero es imposible.

—Cariño —me saluda sonriente. Sky nos mira sorprendida, pero relaja el rostro en cuanto mi madre la mira—. ¿Eres tú la novia de Sam?

Se vuelve a mirarme, como si realmente tuviera que pensárselo. Enarco una ceja de manera sarcástica, y eso se lo confirma.

—No, solo somos amigos.

Amigos. No, tampoco somos eso.

Mi madre sonríe enormemente y roza el brazo de Sky con cariño, como si ella fuera su hija en vez de yo.

Un coche que pasa por al lado pita y grita:

—¡Guarra! ¿Cuánto por uno rápido?

Mi madre se gira, habla del precio y se toca sensualmente para que el hombre acepte, cosa que hace.

Antes de que pueda despedirse de nosotros, doy media vuelta y sigo caminando. Sky no tarda en seguirme rápidamente y corre hasta alcanzar mi ritmo.

—Sam. Hey, Sam. ¿Es tu madre?

No respondo. Por suerte, no vuelve a hablar de nuevo en nuestro camino a ninguna parte.

***

Alguien grita. Grita con fuerza y se le escapa algún sollozo. Es desgarrador.

Miro a Sky, quien me devuelve la mirada igual de preocupada. Nos acercamos hacia la fuente de los gritos. Probablemente sea algún estudiante que haya salido ya del centro.

En un desértico parque, Kore Lendval grita y se retuerce con fuerza mientras dos chicos la sujetan. A unos escasos dos metros, una silla de ruedas descansa vacía, y Dan, el chico paralítico, está tirado en el césped mientras Noel Blake le da patadas.

—¡Hijo de puta! —grita Kore entre sollozos—. ¡Déjalo en paz!

Dan se retuerce de dolor, pero Noel no cesa su pataleta contra su torso.

Corro hacia él, lo cojo por la cintura y lo tiro al suelo con fuerza, en un golpe seco. Suelta todo el aire de sus pulmones y comienza a toser. Le doy un puñetazo en la mandíbula y otro en la nariz. Pongo mi antebrazo contra su cuello y sonrío. Si aprieto un poco más, podría matarlo.

—Soltadla u os arranco los huevos —oigo decir a Sky.

—Puto marica —escupo a Noel—. ¿Por qué no me pegas a mi, eh, cabrón? Cobarde de mierda.

Me levanto y le doy patadas en el estómago, tal y como ha hecho con Dan, y él se retuerce.

—Fuera. Ahora.

Se levanta con una mueca de dolor, agarrándose el estómago mientras un hilo de sangre sale de su nariz. Les hace un gesto a sus amigos y estos sueltan a Kore para irse con él, mirándome con desprecio.

Kore corre hacia Dan y se arrodilla a su lado. Lo coloca boca arriba y mientras llora, acaricia su rostro.

—Dan, Dan. Lo siento. Lo siento. Perdóname.

—No es tu culpa —dice con un hilo de voz.

Me acerco a ellos y me arrodillo al otro lado del cuerpo de Dan.

—Tío, ¿estás bien? —pregunto.

Me mira, achina los ojos y levanta una comisura de sus labios.

—De puta madre —bromea—. Gracias colega.

Asiento y miro a Kore, cuyos ojos castaños me miran con gran admiración y agradecimiento.

La ayudo a levantar a Dan del suelo y lo coloco en su silla. Gruñe de dolor.

—Creo que deberíamos de ir a urgencias —dice Kore.

—Sí —la apoya Sky—. Será lo mejor.

Así pues, nos encaminamos al hospital. Mientras tanto, me pregunto porqué lo hago.

N/A: Bien, como podréis ver y vuelto a poner fotos de los personajes en cada uno de sus capítulos. Claramente los personajes son tal y como vosotros queráis, pero es tan solo para que veáis en qué me he basado.

De nuevo gracias por todo;

—Sukki.

Oscuros días de verano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora