La mansión de los Teixeira tenía lugares secretos en los cuales me perdí al buscar la biblioteca. Muchos de los libros que esta poseía se encontraban en portugués o inglés.
La señora Lynx (quien me prohibió llamarla Ana) se encontraba inquieta mientras leía una y otra vez mi curriculum como si quisiera encontrar algún dato falso con el cual despedirme inmediatamente. La odie desde el instante que cruzamos la primera palabra, y me lleve la sorpresa de que ella y Camille resultaron ser hermanas mellizas. Pero como era de esperarse, Camille era genial, y Ana era una bruja.
Caminó hacia Gloria y le dijo algunas cosas en portugués que no logre comprender, pero que de seguro tenía que ver con que me odiara.
—Entonces tu eres la chica que a Camille le han recomendado...—alzo una ceja desconfiada, yo la mire de igual manera—. Que... interesante. —negó alejando sus cabellos rubios perfectamente cortados a la altura de sus hombros.
—Así es, señora Lynx. Mi nombre es Rebeca.
—Rebeca...—frunció los labios y suspiro—. ¿Hablas portugués?
—Casi... casi...—sonreí. A ella no pareció darle gracia por lo que tosí nerviosamente y sentí mis mejillas arder.
—Entonces mi hija Daiana estará aquí para ayudarte con el tema del idioma.
Asentí. Ana llamo por su celular a quien deduje era su hija que inmediatamente llego a nuestra vista. Daiana tenía el mismo aspecto que Ana y Camille; rubia, alta, ojos cafés y cabellos perfectamente cortados. A diferencia de su madre, Daiana me sonrió al verme y comento que seriamos "amigas".
Era una chica dulce, para nada parecida a su agria y distante madre. Tenía quizás unos 15 años y deseos de ayudar a Gloria.
Eliminé de mi lista de quehaceres de la semana hacerles la vida imposible a Ana y a su hija. Solamente sacaría de quicio a Ana, ahora Daiana comenzaba a agradarme.
Deje de prestarle atención a Ana justo cuando baboseo cosas de su vida personal y sus negocios, luego, anuncio que estaría en el despacho de su padre y que la molestase solo si era estrictamente necesario, dando el ejemplo de que Gloria estuviese agonizando o yo deseara renunciar antes de terminar mi primera jornada.
Comencé a odiarla cada vez más.
—Disculpa a mi madre...
—Rebeca. Me llamo Rebeca.
—¡Rebeca! —sonrió ella con entusiasmo—, tienes un nombre muy bonito.
Sonreí de boca cerrada. Si supiera que he odiado mi nombre desde que tuve uso de razón.
—¿Ella siempre es así de déspota? —pregunte, sentándonos en una de las sillas de la biblioteca.
Gloria se encontraba leyendo un libro con las páginas muy amarillas y un olor a formol se desprendió del lado izquierdo de la biblioteca. Opte por ignorar la típica sustancia que utilizaban para las pinturas de uñas y los funerales de las personas. Si hubiese olido a azufre, pensaría que Ana era el Diablo haciendo acto de presencia.
—No siempre. Cuando toma confianza es muy chévere. —animo ella.
Asentí.
—¿Qué edad tienes? —pregunte para hacer ambiente.
—14. ¿Y tú?
—19.
—¡Vaya! Tienes casi la misma edad que mi hermano.
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El efecto Rebeca.
Teen FictionMi teoría caótica: Joe McFlyer destruyo mi corazón. Joe McFlyer me enamoro. Joe McFlyer me volvió toxica. Él era una droga. Él era hermoso. Y todo lo hermoso destruía.