Cap. 6

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—Rápido humanos. Me estoy haciendo viejo— envidié por un segundo las cortas piernas del castor.

Me detuve con los demás, Peter cargó en sus hombros a Lucy.

—Si se le ocurre decir otra vez eso, me voy a tener que hacer un peludo sombrero de castor— reí con Susan. La verdad que el mayor si podía llevar las riendas de este gran problema.

—¡Rápido, que pasa!— apresuró el Castor.

—Le está gustando ser él que manda— dijo Lucy.

—¡No! ¡Detrás, es ella!— miré hacia atrás y era cierto. Un trineo que acercaba más rápido de lo que nuestras cortas piernas pueden hacerlo. Sin perder un segundo más, corrimos lo más rápido posible.

Mi corazón se aceleró pero no había tiempo para un respiro. Giré mi cabeza, el trineo estaba pisándonos los talones. Nuestros jadeos demostraban el esfuerzo que hacíamos.

—¡Entren!— entramos a una cueva que estaba cerca de la orilla del bosque. Nos habíamos quedado en completo silencio, pero nuestras agitadas respiraciones podrían delatarnos kilómetros a la redonda.

Habíamos llegado justo a tiempo, vi una sombra arriba de nosotros, luego se alejó. ¿Se habrá ido?

Debo admitir que si tenía miedo, la bruja suena demasiado aterrador y si a eso le aumentamos que su única misión es asesinarnos... eso nos deja una maldita pesadilla.

Peter se ofreció a ver si ya no había nadie, pero el castor fue quien salió. Me mordí el brazo esperando que nada malo le pasara a nuestro amigo.

—¡No hay peligro salgan!— Cerré los ojos con fuerza por el susto que provocó el castor. ¿Seguro? —Espero que se hayan portado bien porque vino a verlos alguien.

Susan y yo compartimos miradas cómplices, ninguna estaba segura de que pasaba. Sin embargo salimos de la cueva.

Un hombre con barba blanca y larga, con una gran barriga y un traje rojo, nos sonreía divertido. Su trineo estaba hermoso, el complemento para el hombre que alegra nuestras navidades. Santa Claus.

—Feliz navidad señor— le dice Lucy alegremente mientras daba pasos para acercarse a él.

—Sí que lo es Lucy, desde que ustedes vinieron.

—Oye, he soportado mucho desde que llegué, ¿Pero esto...?— le dijo Susan groseramente.

—Creímos que era la bruja.

—Sí, si, me disculpo por eso. Pero, solo puedo decir que yo he conducido uno de estos, desde antes que ella.

—Creí que no había navidad en Narnia— concordé con Susan.

—No. Hace muchos años. Pero la esperanza que han brindado majestades, al fin ha hecho que se debilite el poder de la bruja. Pero creo, que esto les servirá.

Sacó una enorme bolsa con obsequios.

—¡Regalos!— exclamamos Lucy y yo felices.

—El jugo de la flor de fuego. Solo una gota basta para curar cualquier herida— el señor le dio una botellita a Lucy y después una daga.

—Susan— sacó un carcaj con flechas con la cola roja. Era hermoso —Este arco nunca falla, si tienes confianza en él— después le entregó un cuerno, le digo que si tenía problemas solo lo tocara y la ayuda estaría en camino.

—Thalia— me acerqué a él, sus ojos azules estaban llenos completamente de bondad, me entregó un arco precioso, era parecido al de Susan, la diferencia es que las flechas eran amarillas y no rojas. Y en el carcaj tenía gravadas las letras "TW" con un plateado brillante.

NARNIA «Edmund Pevensie»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora