Capítulo 20.- ¿Puedes ver la luz?

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— Apenas puedo creer esto - se decía así mismo Leorio bebiendo un poco de agua - ¿Debería avisarles a Gon y Killua? Nunca me perdonarán por no haber salvado a Kurapika.

— No será necesario llorar por ellos.

— ¿Tú...? Pero si eres... — Leorio no tenía contempladas más visitas a esa hora y mucho menos de parte de quien estaba frente a él, sólo deseaba que no le complicaran más las cosas.

— Una vieja amiga.

La espera parecería eterna para cualquiera que estuviera pendiente a los pacientes en sala, desgraciadamente, no había nadie esperando ahí.

Tras horas de trabajo sin descanso en la sala B, complicaciones y desafortunado retraso se concluyeron los trasplantes con éxito.

Leorio estaba tan feliz cuando vio latir los nuevos corazones en aquellas criaturas, le costó tanto lograrlo, pero al igual que sus amigos, Leorio nunca se rendía, se esforzó hasta la última gota de sudor y una vez más el médico cirujano Leorio Paladinight había ayudado a Kurapika en sus peticiones.

— Espero que esto sea suficiente para ti, mi amigo — dijo Leorio recostando a los infantes sobre camas especiales en un cuarto de recuperación mientras despertaban. — Ahora arreglaremos este asunto de la adopción. — susurró con nostalgia antes de salir.

Un rayo de sol no sería suficiente para igualar la hermosa luz cegadora que exclamaba sobre el rostro sublime del ángel recostado sobre sábanas blancas que descansaba esplendorosamente.

La incandescente luz insistía en despertar al ángel de rubio cabello hasta que logró hacer que sus bellos ojos parpadearán con el beso del calor solar. Se movió un poco para no recibir tan directamente esa luz.

— ¿Estoy en el cielo? — esa pregunta le pareció demasiado estruendosa hasta para sí mismo, por ello miró a su lado buscando algo familiar y sus ojos reconocieron la cabellera negra brillante y el fino rostro adormilado del hombre que dormía plácidamente con él... Kuroro - sí... sí lo estoy - le da un beso a Kuroro sobre la cruz de su frente, haciéndolo despertar lentamente, luego este le regresa el beso esta vez en sus labios dulcemente, disfrutándolo como si fuese un sueño glorioso, un paraíso.

— Estás aquí... — Susurró el azabache pasando su mano por el cabello de Kurapika, admirando su delicado rostro, entrelazando sus dedos por las finas hebras de su cabellera.

— Estamos aquí... - Susurró de igual manera el rubio llevando su mano sobre el pecho de su amado bajo las sábanas blancas que lo cubrían, mirándolo a los ojos sin perder detalle de lo bien que se veía.

— Te vez aún más hermoso que de costumbre o talvez eran mis ganas de verte de nuevo, no creí que sería tan pronto - estar junto a Kurapika era lo más deseado para él y aún si fuese un sueño no podía dejar pasar ni un sólo segundo para hacer lo mismo que él, al descubrir su cuerpo de las sábanas mira un vendaje en su pecho que descubre de su bata, es entonces que al sorprenderse hace que Kurapika rodee con mayor detenimiento el lugar donde estaban, ambos no tardan en notar la realidad.

— Estamos vivos... — dijeron al unísono mirándose después de haberse sentado de golpe de una cama matrimonial donde los habían dejado a ambos descansando.

— Pero... ¿porqué?— Kuroro no entendía nada de lo ocurría, se encontraba con Kurapika en una habitación de hospital, ambos con suero y un vendaje en el pecho, tan extraño que se llenaban de duda, necesitaban respuestas, las respuestas llegaron antes de lo esperado.

— Porque llegaron otros donantes - dijo Leorio desde la puerta, entró con una pequeña bandeja de alimentos que llevó hasta la cama, la pareja aún no comprendía aquella respuesta.

AMAR o MORIR [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora