5 Discreción y a toda velocidad

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Luego de aquel incidente, y la completa recuperación de la joven Jones fue que la aparente tregua término para dar paso a una frenética carrera por evitar que las cartas sin capturar causaran verdaderos daños tanto a objetos inanimados o personas desprevenidas.


Al pasar los días las cartas Clow parecían ansiosas por presentarse ante su nueva cazadora y guardián de formas tan inverosímiles que sólo sus presencias ante la niña y su amigo hacía posible identificarlos. Objetos inmóviles que hacían las cosas más extravagantes que ni Kerberos sabía que podían hacer dejando en aprietos a quienes trataban de capturarlas de vuelta. La carta del silencio se metió en una pintura de un paisaje en una bóveda olvidada de difícil acceso, las cartas sueño, carrera y dulce se las arreglaron para dejar patas arriba una pastelería con temática de fantasía, la carta lluvia descontroló a árbol en su afán de jugar dejando el parque casi como la mismísima jungla negra. Por fortuna nadie vio eso último.


Una que otra vez notando las presencias mágicas de lo que le aclaró Kerberos, serían más magos y brujas.


—¿Pueden ellos sentirme a mí también?—


—Es posible aunque sinceramente lo dudo. Si fuera así ya habrían intervenido. Las cartas Clow son poderosas y difícilmente pasan desapercibidas para alguien que posea un poco de atención—


—Entonces no pueden saber directamente de las cartas pero si sentir los cambios ¿es eso?—


—Puede ser. Lo mejor será alejarse, los magos y brujas en general nunca son muchos y cada uno tiene sus propósitos... sería difícil saber si alguien es de confianza o no y lo que podría hacerte si quisiera para sí las cartas.—


En acuerdo mutuo guardián y cazadora trataban de ser lo más discretos que les fuera posible y mantenerse alejados de los otros magos. Ninguno quería llamar aún más la atención sobre sí mismos.


Lástima que a las cartas no les importará mucho si alguien los veía o no.


Difícilmente pasaba un solo día en que no tuviera que vérselas de misión secreta de noche en la escuela, la biblioteca o de día en algún lugar medio arbolado en que las caprichosas criaturas se escabulleran por debajo de las puertas o través de muros sólidos. Entre tanto se acercaba una fecha que a Honey le agradaba por el hecho de sentirse en casi total libertad y ambiente festivo: el campamento recreativo en el que asistieron las cuatro primarias sorteadas de ese año.


Pasara lo que pasara no dejaría que nada le arruinara el viaje, así se rompiera ambas piernas y un brazo asistirá al campamento con la mejor de sus sonrisas. Con ingenio consiguió arreglar un bolso mediano para que pudiera ir su mejor amigo Kero sin mayor inconveniente y bastante cómodo... para lo poco que podría lograr con sus escasas herramientas.


El entusiasmo contagió al guardián del sello, que también se vio encantado ante la perspectiva de andar prácticamente libre y con grandes cantidades de alimento en un lugar tan festivo como natural; el viaje prometía ser largo y el regreso aún más pero no dejaba de agradarle todos los planes que la joven hechicera le contaba una y otra vez desde la privacidad del departamento. Llegada la fecha, Honey se vio sentada en el asiento trasero del autobús escolar, mirando embelesada por la ventana del transporte con asientos acojinados, la niña no supo en que momento se quedo dormida.

La tercera dueñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora