Ojos de jade Capítulo 1
Una niña de aparentes siete años corría a todo lo que sus pequeñas piernas le permitían sorteando a las personas y demás obstáculos que le impidieran el paso con una sorprendente agilidad y destreza. Casi parecía un gato.
Su cabello cobrizo iba atado en una coleta baja ya maltrecha debido a los saltos y los arbustos por los que tuvo que escabullirse, sus ojos verdes que siempre parecían resplandecer con algo excepcionalmente especial que ningún adulto podía identificar o darle nombre, pero lograba hacer saltar de impresión a quien los viera fijamente; O al menos quien mirara con la suficiente atención como para notarlo, lo cual no era muy seguido. Mismos ojos que buscaban con rapidez vías de escape o callejuelas donde pudiera pasar desapercibida para sus perseguidores. Su piel era inusualmente pálida, pero saludable al echarle un segundo vistazo, sin embargo ahora el rojo se arrebolaba tras la piel de su infantil rostro por la carrera a la que era sometida. Sus tiernos y carnosos labios rosa soltaban de vez en cuando algún jadeo o se mantenían estrictamente apretados entre sí tratando de mantener dentro el vital aliento que se perdía en cada exhalación.
Aparentemente huía de algo.
Era sorprendente ver a una semi enanita con tanta agilidad, fácilmente dejaría sin palabras a los jueces de los juegos olímpicos... y en vergüenza a los demás competidores.
Pero nada de eso importaba en aquel momento. Lo único verdaderamente importante en ese instante era despistar lo suficiente a sus perseguidores que apenas les había sacado unas pocas cuadras de distancia.
¿Recordáis aquellos golpes de suerte que suplicas en medio de la desesperación jurando no volver a meter la pata y portaros bien frente a los adultos? O quizás ¿Aquel momento de extrema felicidad cuando por los pelos salvas la vida y la dignidad? Pues fue eso justo lo que le sucedió. La suerte le sonrió a aquella niña justo cuando cruzaba la avenida principal.
Si, esa típica avenida que sin importar las horas siempre hay tráfico y acelerones en cuanto pone el verde que sabes perfectamente hay infracciones viales a cada minuto con posibles accidentes de muerte si no se llega a tener el suficiente cuidado y pericia a la hora de transitar, ya fuera como conductor o peatón. El semáforo cambió de color.
Justo cuando estaba a un paso de llegar a la banqueta con la bola de abusones apenas llegando a la cuadra que acababa de abandonar fue que al bendito semáforo cambió su color regalándole ese apreciado tiempo que definía si su destino sería terminar en un charco de sangre (otra vez) o podría conservar su salud intacta un día más.
Sin poder evitarlo miró hacia aquel semáforo que sabía tardaba como diez o más minutos en permitir de nuevo el paso a los peatones. Unas enormes ganas de sonreír cantar y gritar a los cuatro vientos que era libre de vivir un día más y hacer ese estúpidamente ridículo baile de la victoria llenó su pequeño ser...
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La tercera dueña
FantasyLos años han pasado y es tiempo de un nuevo dueño para las cartas. Es tiempo de un tercer dueño. - Honey no es como Sakura, ni Clow o Eriol, y gracias al cielo no es para nada como el mocoso de Hong Kong o su prima. Honey, ella... ella nos necesita...