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Cuando Mahad ingresó a su habitación sin tocar la puerta primero, Mana supo que algo no estaba bien.

—¿Qué? —se alejó de unos papiros que estaban sobre su cama y se acercó a él con la esperanza de que le explicara algo.

Sin embargo, Mahad solo continuó a tomar una bolsa de tela no más grande que su tórax y empezó a guardar cosas al azar en esta.

Cuando Mana menos se dio cuenta, su maestro la había tomado del brazo para guiarla a través de los pasillos.

—¿Qué está sucediendo? —volvió a preguntar cuando doblaron por segunda vez, luego siguieron de frente.

—No hay tiempo. Tenemos que irnos ya.

Mana no comprendía. Sus pasos resonaron en ecos, ¿en dónde estaban todos?

—¿Qué? ¿Irnos ya? —repitió.

No le habían anunciado nada. No tenía idea de lo que pasaba y aún así Mahad decidió ignorarla mientras la guiaba.

Mana había estado en muchos lugares del palacio, pero muy pocas veces había ido a los pisos superiores, en donde estaban las habitaciones de la familia Real. De hecho, se le hacía extraño que fuera Mahad quien la llevara ahí.

El lugar era poco iluminado y sucio. Casi nadie, desde lo que sucedió, aparte del Faraón iba hasta ahí.

Por fin, entonces, se detuvieron. Ambos jadeando.

—Al fin llegan.

Mana se sobresaltó al oír la voz de Shada entre la penumbra. No sólo él, notó cuando Karim y Shimon aparecieron también. Todos con expresiones preocupadas.

—¿Tienen lo necesario? —quiso saber Shimon. Sus ojos pasearon de Mahad a la bolsa y luego a Mana —. ¿Estarán bien?

—Preocúpate más por ti, Shimon. Es su deber encontrar el lugar seguro

Shada asintió.

Mana los miró a cada uno.

—Oigan, ¿qué está pasando? En serio —pidió.

Su maestro tomó una profunda respiración y le puso las manos en los hombros.

—Con cuidado, mira por la ventana.

—¿Eh?

Confundida por las palabras, Mana se acercó a la única ventana que pudo encontrar con facilidad. Daba hacia el patio. Solo asomó la mitad de su rostro, lo suficiente para que su ojo derecho pudiera ver.

Ahí, Aknadin parecía estar dando una conferencia con Bakura a su lado. Un montón de guardias, probablemente la mayoría, los escuchaban atentamente y al final apareció Isis junto a Seto.

—Alguien nos escuchó y delató, quizá un sirviente —explicó Karim dándole un leve jalón para que volviera con ellos.

Mana jadeó.

—Isis no va a decir nada, ¿o sí? Después de pasar por tanto problema para decirnos...

—No puede mentir frente al Ojo del Milenio —le explicó Mahad extrañamente ansioso —. Por eso tenemos que irnos ya.

—¿Pero por qué tanto revuelo? Bakura no querría que se sepa sobre el Rompecabezas.

—Es una táctica —contestó Shada —. Harán que los guardias busquen en otros lados mientras que los Kul Elnianos irán de frente a Nebastis. Seguramente buscarán el Rompecabezas antes que al verdadero Faraón.

—De ese modo no podrá reclamar el trono... ¡Imperdonable!

—Puede que no solo sea eso...

THE LOST KINGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora