CAPÍTULO TRES

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No Clara, no.

Me regañe por sonreír como una boba enfrente de mi celular.

Mitchell había jugado conmigo y la había pasado bastante mal. Al fin y al cabo solo tenía 14 años y creía que todos eran buenos. Desde eso no habíamos entablado una conversación, ni siquiera lo seguía en ninguna red social.

Soy consciente de que me apego rápido a las personas y en estos momentos no podía permitirme encariñarme con alguien que, tal vez, solo quiera jugar conmigo de nuevo.

Suspire. Bloquee la pantalla y decidí pasar el día en el living, mirando Netflix.

El resto del día volvió a pasar bastante lento y aburrido, como de costumbre últimamente.

Después de la cena, subí a mi habitación dejando la puerta abierta. Saqué mi celular de mi bolsillo y prendí la pantalla para ver el mensaje de Mitchell que seguía allí. No estaba segura de que le iba a responder.

—¿Paso algo? —mi madre preguntó cuando pasó por enfrente de la puerta de mi habitación.

—Mamá, me diste un susto —dije exaltada mientras volvía a bloquear el teléfono. Debía acostumbrarme a cerrar mi puerta.

—Perdón —se rio—. Te vi parada ahí mirando tu teléfono, ¿que escondes, Clarita?

Clarita.

Kayden siempre me decia asi para molestarme, solo mis padres me decian asi.

—Nada ma, ¿que voy a esconder? —me rei.

—Vamos a fingir que te creo —me dijo y se acercó a mí para darme un beso en la frente—. Que descanses, hija.

—Hasta mañana, mamá —la saludé y cuando se fue cerré la puerta.

Me tiré en la cama mirando el techo, suspire y volví a sacar mi celular para desbloquearlo.

Mire el mensaje una vez más.

Espero que no hayas borrado mi número :). Mitch x

—Esto es absurdo —me dije a mi misma mientras bloqueaba el celular y lo dejaba a un lado para poder dormir.

No puedo creer que Mitchell aun tenga esa habilidad de descolocarme en un segundo por un estúpido mensaje.

Deje de pensar y me di la vuelta para poder acomodarme y dormir. Mañana será un día nuevo.

Como siempre la mañana fue igual a la anterior y a la anterior, solo que en el dia de hoy tenia una modificación. Hoy tenía entrenamiento de cheerleader, así que tenía puesto mi uniforme.

—Buenos días —me saludaron mis padres cuando me asomé al comedor a desayunar.

—Buenos días —respondí y me acomode en la mesa en mi lugar habitual.

—Que bella está mi niña —me dijo mi papá mientras ponía una taza de café en frente mio.

Yo solo me rei, tenía unas ojeras super grandes y oscuras, sin contar de que no había planchado mi uniforme el fin de semana y parecía un papel todo arrugado.

El desayuno pasó tranquilo y apenas terminamos cada uno empezó su día. Antes de salir de mi casa agarre una chaqueta un poco grande y abrigada ya que hacía un poco de frío y el uniforme es un poco corto. La chaqueta de alguna forma me hacía sentir protegida.

—Hoy te paso a buscar —me dijo mi papá cuando llegamos a la entrada de la escuela—. ¿Estas bien?

Despegué mi mirada de la ventanilla y lo miré. —Si, pa, estoy bien —le dije con una sonrisa.

No me olvidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora