CAPÍTULO CUATRO

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Sentí que la mesa estaba vibrando, era mi celular. Deje de mirar al chico que seguía sosteniendo el lápiz en mi dirección para contestar la llamada de mi padre. 

—Hola pa —dije apenas conteste el celular.

—¿Estas bien, hija? —me preguntó mi padre y ahí me di cuenta que mi corazón estaba a mil, y mi respiración estaba irregular.

—Si pa, estoy bien —inhale para tratar de calmarme un poco—. ¿Qué pasó?

—Estoy en la entrada de la escuela, esperándote —me contestó.

—Ya voy —le respondí y corte la llamada. Mire hacia al frente evitando mirar hacia el costado, donde estaba Kayden, o su fantasma.

Cerré los ojos por un segundo y gire mi cabeza para hacerle frente. Pero cuando abrió los ojos, ya no estaba más y el lápiz seguía allí en el piso.

Exhale el aire que estaba reteniendo en mis pulmones.

¿Había sido una alucinación? ¿Me estoy volviendo loca?

Mi corazón de a poco volvía a su frecuencia normal. Comencé a guardar las cosas en mi mochila así mi papá no seguía esperando.

Antes de irme mire la mesa en la que estaba Kayden, y allí estaba otra vez.

—Nos vemos pronto, Clarita —me saludó y comenzó a caminar hacia las estanterías perdiéndose en esos pasillos llenos de libros.

Tragué saliva y decidí salir rápidamente de allí.

Prácticamente llegué corriendo al auto de mi padre.

—Clarita, ¿estas bien? —me pregunto a penas me subí al auto—. Estas un poco pálida.

Asentí con mi cabeza. —Tengo un poco de frío, debe ser eso —trate de darle mi mejor sonrisa, parecía poco convencido pero no siguió insistiendo, lo cual, agradecí.

Apenas llegue a mi casa, subí corriendo a mi habitación a tirarme en mi cama.

Pensé que estaba mejor pero lo único que quería era hacerme bolita debajo de las sabanas y ponerme a llorar.

Suspire por vigésima vez en estos últimos diez minutos.

Mi celular sonó y dude en mirar de quien era el mensaje pero mire quien era para poder despejar mi mente.

¿Puede contestarme señorita Clara?

Mitchell parecía no rendirse y no sabía si eso era algo bueno o malo. Puse mi celular en mi pecho mientras miraba al techo.

Tal vez no sería tan malo darle una pequeña oportunidad, necesitaba despejarme un poco y capaz tener un amigo era lo que necesitaba en este momento.

Depende de que es lo que usted precise, señor Mitchell.

Dude en enviarlo pero mi dedo cayó en el botón de enviar, Mitchell lo leyó rápidamente.

¿Está disponible esta bella tarde?

Escribió y rápidamente me llegó otro mensaje.

¿Será capaz de salir un rato con este pobre plebeyo?

Ese último mensaje me hizo reír un poco. Gire mi cabeza un poco para ver cómo estaba el clima a través de la ventana. Hacía un poco de frío porque estábamos por entrar en otoño pero estaba soleado.

Creo que usted tiene su día de suerte. Le respondí siguiéndole el juego mientras escribía otro mensaje. Te veo en el parque en diez minutos

No me olvidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora