Estaba cansado, la semana había sido muy larga y la ausencia de Andrea en casa no ayudaba a amenizar las tardes. Andrea había regresado a Galicia durante su semana de vacaciones a visitar a su familia y no llegaría hasta mañana por la noche. Me resultaba duro no tenerla cerca; su alegría, su joven ingenuidad y su vitalidad hacían que su presencia me resultara adictiva, tanto que hablar con ella cada día era una urgencia.
Entré en casa y me dirigí directo a la ducha, necesitaba refrescar mis ideas antes de salir a tomar algo con Pablo y los demás. No sé cuanto duró la ducha pero sí recuerdo algo, estaba tan despistado que me olvidé de ir a buscar la ropa al dormitorio. Anudé la toalla a la cintura y caminé hasta la habitación, la puerta del dormitorio estaba entreabierta y sobre la cama había una toalla. ¿Cómo era posible? Estaba solo en casa, a menos que… ¡Ya hubiera regresado!
No podía estar más contento, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Me asomé con cuidado a la rendija de la puerta para observarla. Acababa de ducharse y se estaba poniendo crema en su rico y esbelto cuerpo. Empezó por las piernas, subiendo lentamente desde el pie hasta el muslo; continuó con los brazos para finalizar con sus pequeños y dulces pechos acabando en su entrepierna. Una vez hidratado su cuerpo, se tumbó boca abajo para mirar algo en su teléfono.
No se había percatado de mi presencia. Un tremendo calor asolaba mi cuerpo, tenía la boca seca y mi entrepierna estaba completamente dispuesta a hacerla gemir de placer. No quería esperar más para entrar en escena, el entreacto había sido espectacular y el acto principal prometía ser memorable tras cinco días de reflexión. Tropecé con algo al dar un paso atrás, ese ruido la puso en alerta.
- ¿Corazón? ¿Eres tú?
- Sí guapa, acabo de salir de la ducha.
- ¿En serio? No me había dado cuenta. ¿Te importa ponerme crema en la espalda? No llego bien.
- Claro, ahora te la pongo.
Al entrar en la habitación, seguía pendiente del teléfono, no se fijo en mi estado. Se sentó en la cama sin mirarme. Al sentir mi contacto con su piel desnuda, cerró los ojos para disfrutar del pequeño masaje que le daba.
- No te esperaba hasta mañana, ¿ha pasado algo?
- Nada grave, solo tuve que ir a ver a Roberto para concretar un asunto de trabajo.
- No quiero entretenerte, será mejor que acabes - dije girándole la cara para besarla -. Voy a vestirme, he quedado con los chicos - le comenté mientras me incorporaba, momento en el que se abalanzó para abrazarme.
- Todavía tengo algo de tiempo para ayudarte con eso, no es tan urgente - insinuó mientras me agarraba mi pene, al abrazarse a mí la toalla se había caído -. Estas muy grande y después de tantos días será una buena terapia de relax, pareces algo tenso - dijo sensualmente, estaba masturbándome con sus delicadas manos -. Siéntate amor.
Después de una semana estaba ansioso por tenerla entre mis brazos, no podía esperar a sentirme atrapado en su interior. Andrea sentía lo mismo, no podía esperar más. La idea de que hubiera tomado la iniciativa era simplemente irresistible. Seguí sus instrucciones, estaba deseando ver cómo iba a continuar.
Se puso a horcajadas sobre mí, me besó apasionadamente. Lo último que pude ver fue una sonrisa deslumbrante, me vendó los ojos y fue bajando por mi cuerpo. Se bajó de mi regazo y separó mis piernas para darse un festín con mi pene. Besó la punta de mi verga mientras continuaba con sus caricias, la rodeó con su lengua y acarició la pequeña abertura antes de introducirla lentamente en su boca.
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Un nuevo comienzo
RomanceEste libro es un conjunto de pequeños relatos independientes y tratan sobre la relación existente entre dos amigos Andrea, de 28 años, y Diego, de 34