OO5

1.7K 152 71
                                    

Lalisa

Miré la silueta de mis zapatos durante todo el recorrido al trabajo. Acomodé mi falda una vez más antes de bajar del bus y dirigirme al enorme edificio que tenía por letra "Ainsoft Corporation". El sol recién se colocaba, y las nubes apenas y se movían para dar paso al reflejo de la luz.

El cielo parecía pintarse del profundo celeste, y los pequeños rayos del sol se colaban por mis ojos. Eran exactamente las siete de la mañana cuando  observé mi reflejo por la ventana de reojo, cuando acomodé mi flequillo antes de apretar los labios y pasar mi tarjetilla por la máquina para entrar.

La gente transitaba de un lado a otro, se perdían entre el tumulto de trajes carísimos y uniformes. Atendían llamadas con urgencia, y no parecían prestar ni la más mínima atención de lo que surgía a nuestro alrededor. Toqué vacilante el botón del ascensor, y me adentré a la cabina en silencio y parsimonia.

Las miradas de los ejecutivos, trabajadores e incluso la señora de limpieza me invadieron. Carraspeé ante la incómoda sensación y por mi mente, no había pensado nada más de lo ocurrido anoche. No le había dejado de dar vueltas al tema, y hasta incluso fue el pensamiento mismo el que me hizo llegar más que tarde al trabajo. Recordé de pronto mis días como alumna en el instituto,  cuando solía llegar tarde y todos los ojos eran dirigidos a mí, me incomodaba pero supongo que el sentimiento no había cambiado después de todo. Ignoré aquellos curiosos ojos y me dirigí lo más rápido posible a mi pequeña oficina que colindaba con la de mi jefe.

Aún pensaba en sus labios, en sus ojos, en su nariz, en su cuerpo en general, y aquella palabra que no parecía dejar mi cabeza como algo estancado en lo más profundo de mis pensamientos: íncubo.

¿Era cierto entonces? Ni siquiera sabía qué era aquello. Pero la necesidad de saber quién y por qué él había sido el dueño de mis pensamientos húmedos eran mucho más grandes que mi propia voluntad. Aún recordaba el toque de mi piel contra su pecho, y el como mi cuerpo parecía fallar en reaccionar. Él era misterioso y yo muy curiosa. Prendí sin pensarlo el pequeño portátil que me daban para organizar las entrevistas y agendas de mi jefe tan solo por buscar todo lo relacionado a aquella curiosa palabra.

─Hey... Lisa.─Alcé la vista al escuchar mi nombre. Era Somi la que me miraba con una enorme sonrisa en el rostro y se acercaba a mi escritorio. Le devolví una mediada sonrisa mientras la veía hacerse paso entre todas las cabinas para tomar asiento a mi lado─¿Qué te ha pasado? Parece como si no hubieras dormido en años.

Hizo una mueca al observar mi rostro con atención, y yo negué con la cabeza. Era cierto, ese día había ido mucho más tarde de lo habitual y tremendas ojeras violetas acompañaban mis ojos incluso si lo había tratado de aparentar con todo el maquillaje que tenía.

Y toda la culpa se lo llevaba él. Porque desde su inesperada visita en la mañana, mi cabeza no había dejado de pensar en él, en lo atractivo que me  parecía de pronto o en lo peligroso que era su cercanía para mi cuerpo.

─Solo no he podido dormir bien.─ Me removí en mi asiento, sintiendo el tensor del ambiente que iba formando poco a poco, no quería hablar demás, tenía nervios de lo que pueda decir y poner a él al descubierto. No quería que mi mejor amiga de trabajo se enterara ni por nada del mundo que un supuesto íncubo invadía mi casa en sueños y que, por si fuera poco, no era más que  meramente real.

Fue entonces cuando ella me sonrió ladina, entrecerrando sus ojos, como si quisiera comunicarme a través de estos, pero sin la necesidad de atreverse a hablar. Sabía que mi excusa era estúpida, simple más bien, pero tampoco era como si tuviera otra opción más que mentirle.

Our wish | LizkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora