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Lalisa

Y de nuevo observaba aquel infinito negro que se esparcía por toda mi pieza. Me levanté esta vez, pero ya no más asustada, de hecho ya lo había anticipado. Y estaba preocupada por él más bien.

Me paré de la cama rápidamente y me acerqué donde su cuerpo yacía echado en la misma esquina que la vez anterior, con una mueca de dolor; estaba sufriendo.

Y yo no quería verlo de ese modo a pesar de todo.

Suspiré con pesadez, ¿realmente solo existía esa forma?

A pesar de que su presencia en el mundo real era como mil dolores de migraña, no quería perderlo a él también. Porque al fin y al cabo, me hizo compañía por unos instantes y me distrajo de la pena que sufría. No quería volver a estar sola. No quería volver a sufrir de esa manera.

Así que, con esa única excusa en mente, me decidí en no pensar más el tema y aprisionar sus labios contra los míos sin previo aviso. Se sorprendió, lo pude notar por como se demoró unas cuantos segundos al acto y, sin siquiera pensarlo, sostuvo mi cintura con fuerza a la par que se reincorporaba del suelo. Se puso de pie completamente, y algo muy dentro de mí comenzaba a tensarse, mi corazón palpitaba nervioso, y realmente me era sumamente extraño ser tocada por otras manos. En mi mente, como si de una grabadora defectuosa se tratase, inmediatamente pensé en el toque de TaeHyung contra mi piel, o en la aprisión de sus suaves labios contra los míos. Lo extrañaba, lo extrañaba, lo extrañaba mucho, y sin embargo, estaba dejando que otra persona más toque mi cuerpo tal y como TaeHyung solía hacerlo. Solo quería besarlo y besarlo hasta ahogar mis pensamientos, hasta hacerme convencer de que aquello era un avance, que debía dejar atrás a mi corazón incluso si él no lo quería. Y fue esa misma sensación la que me permitió dejar colar sus manos por debajo de mi falda, agarró de mis muslos y los subió hasta su cadera. Jadeé lo más bajo que pude al sentir nuestros puntos tocarse a través de la tela, y de pronto ya no quería pensar más, ya no quería mirar las consecuencias y solo afrontar mis actos.

Tal vez fue por eso que enredé mis largas y pálidas piernas alrededor de su cuerpo, y mis brazos desesperados por su toque se aferraron a sus hombros. Pero lo que más me sorprendió, fue que nuestros movimientos eran más que requeridos, desesperados. Como si hubiéramos esperado infinidades para sentir el calor que nuestros cuerpos desprendían, o para sentir su piel restregarse con la mía. Sentí como mi espalda se pegó contra una fría y gélida pared, pero ni eso podía importarme ahora, me había estampado contra una de las paredes de mi habitación tan solo para tener mejor accesibilidad a mi cuerpo. Sus manos subieron incluso más por el dobladillo de mi falda, y las ganas de chillar como una niña pequeña ante la sensación tuvo que ser reprimidida por mí misma. Nuestras tersas y cálidas lenguas decidieron despedirse al parecer, tan solo para que la boca de JungKook pueda dar con mi cuello.

Y aquella desesperante emoción en mi cuerpo parecía no querer irse jamás. Sentir como dejaba mojado mi cuello sin pudor alguno, o como sus manos decidían jugar más allá de mi anatomía, fue simplemente mi límite. La piel se me colocó de gallina al sentir sus suaves y húmedos labios en esa zona. Y de pronto me encontré a mi misma queriendo más de él.

Por primera vez en la noche había gemido, sin saber muy pronto que aquello era prácticamente nada a comparación de lo que venía luego.

Lo sentí sonreír a través de la piel sensible de mi cuello, y no esperó mucho, pareció despedirse de aquella parte del desastre de sentimientos encontrados que mi cuerpo comenzaba a sentir solo para separarme cada vez más de aquella dura pared. Me movió con delicadeza, sin soltar en ningún momento mi boca y empezar aquel mismo y tentador recorrido otra vez.

Our wish | LizkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora