TERCERA CARTA

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Ha pasado un buen rato desde la última vez que te escribí, pensé que no lo volvería a hacer pero me siento en la necesidad de hacerlo, en serio deseo que algún día todas estas cartas lleguen a ti, ¡ay vida mía! Sin tan sólo supieras todo lo que pasa por mi mente, creo que ya te habrías marchado de mi lado.

Tú crees o más bien yo quiero que creas que aquel suceso que ocurrió fue sólo un accidente, pero la verdad, es que tengo este nudo en la garganta y necesito decirlo así sea una vez, amaría tener a alguien con quien poder compartir mis pensamientos, pero estoy segura de que si alguien me escuchara, saldría corriendo ante la primera oportunidad, nadie entiende mi manera de amar, ni yo misma lo hago ¿cómo pretender que los demás lo hagan?

Aquella noche tú querías que hiciéramos el amor, pero lo único que deseaba era ver tu sangre correr por aquellas sábanas blancas que adornaban nuestra cama, después de que te dormiste, estuve unos cuantos minutos observandote, tu respiración era suave y pausada, te veias tan en paz, mientras yo me moría por dentro, llegué a imaginar cómo se vería tu cuerpo cuando estuvieras muerto; nunca supe de donde saque aquellas tijeras... las apunte hacia tu abdomen, ¡vamos! Me decía algo dentro de mí ¡hazlo! Siente placer aunque sea una vez, mi pulso aumentó y un calor me recorrió de pies a cabeza, estaba por hacer realidad mi más grande fantasía pero... Vino a mi mente el recuerdo de tu voz diciéndome "te amo" y no pude hacerlo, para ese momento, no me podía controlar, necesitaba ver un poco de sangre fresca, tenía dos opciones, las tijeras estaban cada vez más cercas de tu abdomen, ¡por favor! Me decía una voz interna, estuve a punto de ceder pero de nuevo vino a mi mente el recuerdo de tu voz diciendome "te necesito en mi vida" soy una maldita, lloro y ahogo un grito cuando muevo las tijeras para apuñalarme yo mismas.

Cuando impactaron en mi abdomen, no sentí dolor, incluso pude escuchar el sonido de mi piel al ser impactada, cerré los ojos un segundo, respiré ondo, amaba ese olor a metal, un gemido salió de mi boca y todo se volvió oscuro.

El resto de la historia ya la sabes, despertaste y me viste llena de sangre a tu lado, creiste que estaba muerta, me llevaste al hospital, donde inventé una excusa estúpida para que nadie hiciera preguntas, tú tampoco las hiciste creo que no querías saber la respuesta, cuidaste de mí, me mimaste y trataste con amor; si tan sólo supieras que a pesar de todo, no he sido capaz de asesinarte por culpa de tu hermosa actitud, por ahora no lo he podido hacer pero sé que en algún momento podré reunir el coraje; Espero que ese día llegué pronto.

Por y para siempre tuya: Sofía

NOCHES DE INSOMNIO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora