Capítulo 7. La presentación de Jolie

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Inicié mi día con muy buena cara y un excelente humor. Me desperté sin necesidad de la alarma y me preparé. Escogí muy bien mi atuendo y hasta me maquillé un poco, pero sólo un poco. Máscara de pestañas y un labial parecido a mi color natural de labios. Quería estar medianamente presentable para ir a la evaluación final de Jolie antes de que se culmine el año escolar.

Les hice el desayuno y admito que me esmeré haciéndole pancakes con caritas felices y algunas fresas con chocolate. Los dejé en el instituto, está vez llegué a tiempo, y luego camine hasta el trabajo, tomándome mi tiempo. Llegué con una sonrisa plantada en el rostro y cuando vi a Lucas, mi gesto titubeó, pero nunca se borró.

Jolie no suele pedirme que vaya a sus presentaciones en la escuela, pero esta vez me rogó que la acompañase y ese es el motivo de mí gran felicidad y euforia está mañana.

Cuando nuestros padres comenzaron a faltar, Jolie y Jean se encerraron en una burbuja cada uno y construyeron un muro a su alrededor, para que sea imposible derrumbarlo. Con el paso del tiempo, he aprendiendo a hablar con ellos nuevamente y he ido escalando ese muro que hacía de barrera entre sus sentimientos, emociones y pensamientos, del mundo exterior.

Y creo que he hecho un gran avance.

Los primeros dias ni siquiera querían comer, muchas veces tuve que salir con ellos al doctor y hablar con nutricionistas para que me aconsejaran.

Todos sufrimos de diferentes maneras y yo respeto su dolor, yo también sufrí.

Hoy le he pedido a Cheryl que me dejase la caja registradora, porque está más que claro que no deseo espantar mi mal humor con cualquier posible conversación que surja entre Lucas y yo.

No soy tonta, sé que le gusto. Siempre lo supe, pero fui lo suficientemente cobarde como para no querer enfrentarlo nunca y luego de que Travis se mudara a España con sus abuelos, Lucas y yo comenzamos a acercarnos. Le rogué al cielo que no malinterpretara el cariño que le tengo con otro tipo de sentimiento más fuerte.

(...)

—Niña —la voz de Martha me hace alzar la mirada del dinero que estaba contando para posteriormente guardarlo en la caja registradora, y enfocarme en sus grises ojos de abuelita. Cheryl está junto a ella, con las manos en los bolsillos de su delantal. —, déjale ese puesto a Cheryl y ve con Ibrain a hacer el menú del mes que viene, sabes que él adora tu creatividad, sobre todo con los postres.

Asiento. Cheryl se planta a mi lado, termino de contar rápidamente lo que me falta y lo dejo en la caja. Me bajo del banquito en el que estaba sentada y entro a la cocina. Me deleito con el olor del pan que hay en el horno y cierro los ojos un momento.

Los abro cuando siento una mirada sobre mi. Ibrain me observa con una sonrisa, señala el cuaderno y el bolígrafo que está sobre la mesa. Lo tomo y me acerco a él.

—Comienza a pensar en tanto yo meto la siguiente tanda de pan. —dice, mientra maniobra la masa del pan y le da forma de canilla.

Camino hasta quedar frente una mesada desocupada y en ella apoyo el cuaderno y hago tres listas; en una hoja la de salados, en otra la de dulces y en la otra la de bebidas.

Como es costumbre, la primera que finalizo es la de postres. Para este mes que está por comenzar, se me antoja poner Tiramisu y Profiteroles entre los postres. El menú lo solemos hacer muy variado en lo que a comida salada y bebidas respecta, pero con los postres es diferente. Únicamente hay dulces y postres franceses.

—¿Te parece incluir la Créme Brûlée en el menú? —alzo la voz para que Ibrain pueda oírme desde donde está.

—Me encanta la idea, pero habría que ordenar más azucar a la distribuidora. —grita de vuelta.

La Maldad Viste De Traje Donde viven las historias. Descúbrelo ahora