Capítulo 10:Hay amor en el aire

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—Acepto el contrato.

Sus ojos se abren con sorpresa, sus cejas se elevan al cielo, su boca se entre abre un poco y en sus labios tiembla una sonrisa. Sus manos —
las cuales estaban unidas —se sueltan y caen.

—¿Qué...? ¿Cómo...? ¿Cuándo...?— mira al suelo y luego a mi, nuevamente —¿Por qué?

Sonrio, levemente.

—Dije que acepto el contrato, voy a firmarlo. ¿Cómo? Pues... Creo que esa pregunta se responde sola. ¿Cuándo? Justo ahora.

—¿Por qué? — pregunta, antes de yo hacerlo.

—Lo pensé mejor. Quizás tomé la decisión apresuradamente, sin detenerme a analizarlo, como yo pensaba que lo hacia. —omito decirle que vi en televisión las múltiples consecuencias que puede traer el no cerrar el trato, no sólo para la empresa, si no también para los inversores y los mismos Müller.

—¿Segura que fue sólo eso?

—Totalmente. —me sorprendo por la forma en la que lo he dicho, obviamente ha sido una mentira, pero no he titubeado y es por esa misma razón que se lo cree.

—No sabes lo felíz que acabas de hacerme, Colette —suelta —¿Puedo darte un abrazo? —pregunta.

Me sorprendo y por un momento pienso en negarme, pero al final no lo hago. Un abrazo no tiene nada de malo.

Asiento.

Él se levanta y rodea la mesa ratona de la sala. Me levanto de mi asiento y espero que llegue a mi. Extiendo mis manos y los paso alrededor de su pecho, no soy muy alta y aún asi puedo pasar mis brazos por su cuello en un abrazo, pero no lo hago, porque me parece más cómodo abrazarlo del pecho. Sus brazos me rodean y me estrujan en un lindo y amigable abrazo.
Al separarnos, no deja de sonreír mientras me avisa que buscará el contrato en físico. Espero sentada, nuevamente en él sillón y para cuando regresa, yo ya he evaluado toda su sala y puedo decir que es absolutamente bonita.

Le doy una rápida ojeada al contrato y antes de firmar, él me detiene.

—Aguarda —lo miro —, ¿No me habías dicho que habían algunos puntos que no fueron de tu total agrado?

Quiero golpearme porque se que tiene razón. Lo había olvidado e iba a firmar un contrato con cláusulas que no me convencian del todo. Que tonta soy.

—Podríamos esperar para hacerle los arreglos al contrato, y luego lo firmas,¿Te parece? —asiento ante su propuesta y cierro el folio con las hojas. —Colette, tengo una duda.

—¿Tú? —se me escapa y al siguiente segundo me arrepiento totalmente. La pregunta a sonado estúpida y algo despectiva. Quiero disculparme, pero su risa me lo impide.

—Si. ¿Saliste de su casa a sabiendas que hay una tormenta bastante peligrosa, sólo para venir a decirme que cambiaste de opinion y aceptabas? Porque por más que esté de acuerdo con que las cosas se dicen mejor frente a frente, con un mensaje me hubiera bastado.

—También salí a comprar unas cosas. Hace casi una semana que llegó la tormenta y no ha dejado que nadie salga de sus casas, pero la comida por desgracia no es eterna, así que tu entenderás.

—Por supuesto, pero, ¿Que los supermercados y demás establecimientos suministradores de alimentos no estaban cerrados temporalmente por el paso de la tormenta Woodley?

—¿Woodley? ¿Así se llama? —frunzo el ceño.

—Si, así se apellida la científica que la descubrió. Ibeth Woodley.

Oh. No sabía.

—¿De verdad no sabías? —niego. — Bueno, ahora lo sabes. Entonces, ¿Te molesta si te acompaño? La verdad estoy un poco harto de estar encerrado aquí. Sólo bajo a comer, porque ni siquiera puedo sentarme en el lobby un rato. Las personas que me ven y me reconocen, se me acercan pidiéndome una foto. ¡Es ridículo!

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⏰ Última actualización: Jul 13, 2019 ⏰

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