Capítulo I. Antes de partir al Infierno.

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Las sombras oscuras se arrastraban sigilosamente por las baldosas grises de aquel pasillo aterrador y desértico, observó como las hojas secas de algunos árboles se colaban a través de las ventanas, a causa del aire frío de otoño. Acomodó la bufanda lila que le ayudaba a conservar el calor en su cuello; frotó sus manos temblorosas para calentarlas, mientras esperaba al joven que caminaba hacia ella.

Mordió su labio inferior, jugó con el sobre que llevaba…sonrió como idiota a la vez que sus mejillas se sonrojaban. Se atravesó entre el pasillo y él, para evitar que siguiera avanzando; el joven la miró encrespado, se cruzó de brazos, y chasqueó la lengua. La mujer sólo cerró los ojos, inclinándose levemente; levantó sus manos para que el lograra recibir ese sobre arrugado por su nerviosismo.

—¡M-me gustas! —Alzó su voz temblorosa—. P-por favor, acepta esto de mi parte.

El joven lo tomó. Su rostro no cambió de expresión mientras abría el sobre, sacó la hoja y la leyó detenidamente. La chica lo miraba de reojo, jugando con sus dedos, mordiendo su labio y esperando su respuesta.

—¿Una carta de amor? —Preguntó molesto—. ¿Estás confesándote con esta porquería?

Ella se sorprendió, colocó una de sus manos en su pecho para apaciguar el dolor. Sus ojos negros se nublaban a causa de las lágrimas que estaban a punto de brotar. La mirada profunda de aquel joven la hacía tambalearse, y sentirse pequeña.

—L-lo siento —Bajó la vista—, n-no era mi i-intención m-molestarle.

No soportaba el dolor, quería llorar ahí mismo. Otro joven los observaba a la lejanía, esperaba a que su amigo…

—Pero lo hiciste tonta —Gruñó —. Deja de joderme con esto.

Le rompiera el corazón a la joven.

—N-no v-volverá a s-suceder —Tartamudeó.

El joven tomó súbitamente el brazo de la chica, lo torció un poco. Mientras ella lo miraba aterrada, y se quejaba del dolor.

—Y no me hagas perder el tiempo —La soltó bruscamente, se giró hacia la puerta donde el otro joven lo esperaba—. Hinata.

Ella sólo se dejo caer hincada sobre el piso frío, observando como el azabache se marchaba sin alguna contemplación.

—Ah —Se volteó de nueva cuenta hacia ella, arrojándole la hoja de papel estrujada hacia su cara—, y ten tu estúpida carta.

La risa malvada de ese hombre recorrió el pasillo, haciendo ecos en su cabeza. La campana sonó, y los alumnos que se encontraban en sus respectivos salones, salieron a toda prisa. Algunos de ellos se percataron de ella, la miraron curiosos. Pero la joven se levantó, y caminó hacia la puerta principal.

Comenzó a correr vertiginosamente, causando que la bufanda que llevaba volara por los aires, hasta caer el pasto verde de la preparatoria. El rechazo y las crueles palabras de aquel joven, que por mucho tiempo amó en secreto, no la dejaban en paz.

La risa socarrona y burlona seguía martillando su cabeza.

Siguió avanzando entre los cuerpos de sus compañeros para llegar a la calle, escuchaba como algunos le gritaban y la insultaban. Pero jamás se detuvo, inclusive hizo caso omiso a la voz de una joven que le gritó que tuviera cuidado. Paró en seco sólo para contemplar la parte delantera de una camioneta que arrojó su cuerpo a varios metros; el tiempo se detuvo cuando el cuerpo de Hinata quedo tirado en el piso, lleno de sangre.

El conductor se bajó horrorizado, y los gritos de algunos alumnos no se hicieron esperar. Unos llamaban a la ambulancia, otros lloraban frenéticamente y otros tomaban fotos con su celular. Una mujer rubia, trataba de acercarse a ella, haciendo a un lado a los alumnos que se arremolinaban para ver el cuerpo casi mutilado de Hinata.

Se hincó en el suelo, tomó su mano y trató de parar la sangre que brotaba de su estomago.

—Todo estará bien pequeña —Susurró—. Ya viene la ambulancia…estarás bien.

Hinata siempre fue despistada, tartamudeaba por cualquier cosa, no era popular, ni mucho menos inteligente…Pero ella sabía cuando alguien mentía. Y aquella rubia de pechos exuberantes, no le decía la verdad.

—E-estoy m-muriendo —Sonrió al darse cuenta de las cosas que notó de la rubia—. N-no mienta.

—Shh —trató de callarla cuando notó que la sangre brotaba de su boca—, t-todo estará bien.

Después prestó atención a los alumnos que hacían un circulo a su alrededor, observando como ella moría. Se pregunto si “él” estaría ahí, viéndola morir…Él, tenía la culpa.

Las sombras de los arboles se arrastraban hacia ella, con garras afiladas. Hinata las vio aterrada, pero en vez de voz, fue sangre la que salió de su boca. ¿Eran demonios? ¿Fantasmas? ¿Un ángel?

Fuera lo que fuera, se estaba acercando a ella, asechándola como un león a su presa; Hinata trató de moverse, pero su cuerpo roto no la dejaba…Estaba a merced de esa “cosa” y nadie podría salvarla.

Era su final.

Aquella sombra tomó forma viscosa y cuando se acercó lo suficiente, se metió por su boca. Pudo sentir como “eso” le rompía y le rasgaba la tráquea mientras se introducía, dejándole un sabor metálico y nauseabundo. Apreció como la “cosa” dentro de ella se movía de un lado a otro, y mordía cada órgano.

Sus ojos azabaches se voltearon, el corazón dejo de latirle.

Murió.

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—Cof, cof —Tosió desesperada, a la vez que trataba de tomar aire—. ¡Mierda!

Se sentó bruscamente en la cama, sus pies tocaron el frío piso de la habitación; observó todo a su alrededor, una suave luz se colaba a través de su ventana, rebotando en los cristales que colgaban del techo. Aclaró la garganta, y se levantó de un sólo golpe.

Rascó su nuca mientras caminaba al tocador, se detuvo unos instantes para observar su reflejo en el espejo. El cabello azabache con toque azules, su piel pálida, su rostro hermoso…Sonrió arrogantemente, hasta cuando notó el “nuevo” color de sus ojos.

Blancos.

El ruido de algo arrastrándose la sacó de sus pensamientos. Bajó la vista hasta toparse con una mujer en el suelo, con el cabello enmarañado, la piel azulosa, y largas uñas. Se hizo a un lado, pero aquel ser le sujetó la pierna. Tiró de ella, y siguió avanzando… Ya se había acostumbrado.

Ver esas cosas fue el precio de regresar a la vida. Y eso era algo que le haría pagar al culpable de su muerte. Era una nueva Hinata, que ahora pertenecía al mundo de la muerte.

C o n t i n u a r á…

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