Tony Stark

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Ella, bailando en medio de todos disfrutando de las vibraciones que la música generaba bajo la suela de sus tacones y sintiendo leves escalofríos cuando la música satisfacía sus oídos con las movidas melodías que resonaban en los parlantes. Él, encerrado en su taller como todas las demás noches sin tener ni una idea de lo que su novia hacía.

Ella se había ido de casa dispuesta a disfrutar sin importarle lo que nadie creyera, ni su novio, que últimamente permanecía enjaulado en su taller reparando el maldito traje. Ella salió a bailar, sin importarle con quien.

El resonar de sus tacones contra el suelo ella acallado por la música del bar, un muchacho de su edad bailaba frente a ella, girándola de vez en cuando. Pidieron un trago, luego un segundo, llegando así al sétimo trago de Whiskey y no sintiendo ni siquiera un leve mareo.

—Deberíamos de ir a un lugar más privado. — Le dice él a su oído mientras sus manos la atraían más a él, creyendo que se encontraba borracha.

— ¿Qué? No.— Niega ella con la cabeza en alto, viéndole indignada. — Yo vine a bailar, no a tener sexo con cualquiera.

—Si me provocas lo pagas rubia. — Murmura él apretando su agarre en su cintura.

—Si me lastimas lo pagas imbécil. — Susurra ella de vuelta antes de pisarle el pie con su tacón, ajustando su bolso en su hombro y largándose cabreada del lugar.

Tiró el bolso en el asiento del copiloto del Audi y lo puso en marcha, comenzando a conducir a casa, estando Jarvis más al mando del auto que ella.

Parquea el auto en el estacionamiento de los Audi de su novio y entra a la edificación. Mientras camina al ascensor se saca los tacones tomándolos en una de sus manos, aprieta el botón y rápido el ascensor se abre frente a ella a lo que ingresa y aprieta el botón hacia el salón.

— ¿Dónde carajos estabas Rox? — Su grave voz intrigada resuena en sus oídos cuando las puertas de abren dejándola a la vista del millonario.

—No te importa Anthony. — Le dice ella aún cabreada y camina hacia la cocina.

—Sí, sí lo hace.

—No lo creo, si no al menos te habrías dado cuenta de que me marché. — Responde y voltea a encararle. — Pasas tanto tiempo en tu laboratorio que te valgo un comino, ya no hay buenos días, ni buenas tardes, ni cariños, ni siquiera un maldito hola, Stark. Prometiste cambiar, al igual como se lo hiciste creer a Pepper, pero aquí estamos, no has cambiado ni un poquito Tony. — Decía ella insensible viéndole directo a los ojos y sin ningún tipo de filtro. Como solía ser.

—Lo siento, yo...— dice él dándole la razón.

—Los lo siento ya no funcionan Tony, hace mucho dejaron de funcionar. Estoy harta de esperarte, harta de esperar a que te acuestes a mi lado todas las noches, harta de esperar que vengas a cenar, harta de esperar el malito cambio que me prometiste.

—Cambiaré, lo prometo.— La pelirroja rueda los ojos y estampa una carta contra su pecho.

—Aquí está mi renuncia Tony, conseguí un trabajo como editora en una editorial. Mañana vendré a recoger mis cosas para volver a mi apartamento. — Se aleja con paso decidió a subir las escaleras.

—¿Estás terminando conmigo?

—Lo nuestro terminó hace tanto tiempo que ni cuenta nos dimos, Tony. Buenas noches.

Ella sube las escaleras y le hecha una última mirada antes de encerrarse en la habitación de huéspedes.

Y dicho y hecho, a la mañana siguiente no había rastro ni de las medias de unicornio de la chica para el medio día, cuando la última caja de sus pertenencias fue subida al auto. Tony observando todo desde el sofá del salón sabiendo exactamente lo que sucedía:

La perdió, de la misma manera en la que perdió a Pepper.

One-shots de MarvelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora