JUGANDO A LAS ESCONDIDAS

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POV ANASTASIA

Voy en el auto de mi padre mirando por la ventana. Jack va en otro -afortunadamente- y mi padre está a mi lado.

-Anastasia, quiero que dejes de tratar con el hijo de Carrick- me dice.

Creo que está hablando muy enserio, pero no soy precisamente la hija más obediente del mundo, y a diferencia de Rob, nunca haré nada para complacerlo. Y como bonus, ya soy una adulta que decide con quién trata y con quién no.

Me giro a mirarlo y compruebo que está mirándome y hablando enserio.

-No lo voy a repetir. Aléjate de ese chico- insiste con voz dura.
-Nada más porque tú lo dices- le respondo con insolencia.
-Solo trato de protegerte- se justifica.
-Ya te dije que no te necesito. Yo me puedo cuidar sola. Y lo sabes.
-¡Entiende, Anastasia!- exclama perdiendo la paciencia.
-Explicame algo: ¿porqué me voy a alejar de él?
-Estuvo en prisión. Es un criminal.
-Claro. O sea, ¿crees que porque nací ayer todavía me chupo el dedo? Sabes tú mejor que nadie la clase de alimaña que es Carrick Grey y, ¿pretendes que yo crea que Christian es igual? ¿de verdad?- le replico con furia.
-Sabes que siempre suele ser así...
-Basta -le interrumpo-. No te atrevas a decirme eso por qué Rob no era como tú.
-El deseaba lo mismo que yo.
-Pero jamás se habría jugado la vida de sus seres amados por ello.
-¡Ya te dije que no tuve que ver en la muerte de tu madre!- vuelve a levantar la voz.

¡Qué casualidad que me responda eso. Aunque no era a lo que me estaba refiriendo.

-¿Quién sino tú?- ataco aprovechando que metafóricamente ya se puso la soga al cuello.
-Anastasia...
-Me importa un pepino lo que tú quieras. No dejaré de ver a Christian.
-¿Porqué te aferras tanto a él?
-¡Por qué me da la gana!- ahora le grito yo plantandome y dejando claro que no le voy a obedecer.

Nos quedamos en silencio y vuelvo a mirar por la ventana. Él trata de tomar mi mano, pero no lo dejo.

-Ana, hija, entiende. Desde que murió tu madre me haz alejado de ti. Me haz sacado de tu vida- me dice casi llorando.
-Tu te lo buscaste- le respondo sin mirarlo.
-¿Porqué?
-Sabes porqué. Yo era una niña, pero me daba cuenta de todo. Vi que de la noche a la mañana lo teníamos todo... Y tú casi no estabas en casa. Y te escuchaba discutir con mamá.

Él cierra los ojos y traga saliva. Sabe muy bien de qué hablo. Lo miro a la cara y su gesto se contrae. Lo está recordando.

-Lo sé, pero juro que no sé quien mató a tu madre.
-Claro- le respondo y vuelvo a mirar por la ventanilla.
-Annie, mírame, -le obedezco y lo miro a los ojos-. No sé quien mató a tu madre, ni a Robin, pero lo van a pagar. Aunque tú no lo creas, yo sudé y lloré para tener lo que tenemos. Todo lo que tengo lo obtuve honradamente.
-No te creo.
-Annie...
-Solo mantén alejados de de mi a Jack y a sus hombres. No los soporto- máscullo al acercarnos a lo que era nuestra antigua casa.
-No saldrás de la casa.
-Con mayor razón no necesito niñera. Ya soy niña grande.
-Annie, por favor.
-Alejense de mi.

Bajo del auto y cierro la puerta. Voy a mi habitación y al pasar por la sala veo a Ethan y sus imbéciles en posición y listos para recibir órdenes.

-Ethan, ¿Dónde está Jack?- le pregunta mi padre.
-Salió. Dijo que lo locarizaramos por el celular.
-Bien. Annie quiere descansar. Por favor, déjenla tranquila.
-¿Si se le ofrece algo...?
-Ella lo conseguirá. Nada más vigila que se quede en casa.
-Con diga, señor Lambert.

Después de ver la falsa exhibición de eficiencia de Ethan subo a mi habitación.

Al atravesar el umbral y cerrar la puerta me dedico a observar mi entorno. Mi padre cambió todo. Recuerdo como en esta habitación dormíamos Robin y yo. En las noches cuando dormían nuestros padres, Rob y yo nos contábamos historias y escuchábamos música con una vieja radio que nos obsequió mamá.

Me tumbo en la cama y abrazo una almohada, cierro mis ojos y pienso en que solo Christian ha hecho mi vida menos miserable de lo que ya era, y que él es más que especial para mí.

POV CHRISTIAN

Estoy dando vueltas en el ático de un lado al otro. He llamado varias veces al móvil de Ana, pero me manda directamente a buzón de voz y no responde. Decido ir a su departamento y tras tomar las llaves del Aston Martin de Elliot, salgo del ático.

Al llegar, veo que sale del edificio una chica rubia que sé trabaja en la librería de Ana, la vigilo y cuando estoy por insistir de nuevo para llamar a Ana, me llega un WhatsApp:

Soy Kate, Ana está en 5057, Lake Washington ST.
Te veo en la librería para que le lleves su móvil.

Me quedo intrigado al leer el mensaje y cuando estoy por teclear una respuesta escucho un auto acercándose y veo que se detiene en la entrada del edificio. De él sale un tipo rubio, alto. Es el sujeto del parque de hace unos días. Veo que le arrebata a la rubia la maleta y por como se acerca a ella, da a entender que la está amenazando. La chica no se amilana y le da un empujón para apartarse de él, y sube a su auto, un BMW.

Arrancó y voy siguiendo el elegante auto negro hasta que llegamos a la entrada de la librería de Ana.

-¿Christian?- pregunta al verme bajar de mi auto.
-¿Kate?- replico.
-Si... Ana está con su padre, la dirección que te envié es la de su casa- me responde de carrerilla.

Se ve pálida y parece preocupada.

-¿Ana está bien?- le pregunto alarmado por como ella está.
-Si está con su padre, si. Pero no confío en Jack... Ese bastardo está tras ella... Lo odia, y nosotros también- me dice agitada.
-Si, lo sé.
-Por favor, aléjala de él- insiste.
-Lo haré.

Me entrega el móvil de Ana y en ese instante lo apago y le retiro la batería. Seguramente ese cabrón la tenía vigilada a través de el dispositivo...

-Ve por ella y sácala de ahí.

Le hago caso y corro hacia el auto.

De inmediato busco la dirección de Ana por el GPS del auto y lo más rápido que puedo atravieso Seattle para ir por ella.

Al llegar al lago Washington, recorro las calles lentamente y en un mirador estacionó y me quedo vigilando la casa que ví al pasar. Al no contar con binoculares, tengo que acercarme más y solo distingo varias camionetas Suburban que entran y salen de la propiedad.

Me mantengo alerta un buen rato hasta que veo que no hay nadie en el exterior.

A través de la casa de a lado, me acerco a la casa. Por el enorme ventanal que da al jardín veo a los idiotas del parque jugando videojuegos y todos saltan y gritan como dementes. Yo camino y al dar vuelta escucho que se cierra una ventana. Me acerco a los arbustos y me oculto entre ellos y alcanzo a ver a Ana que da vueltas frente a la ventana.

De pronto desaparece y espero pacientemente a que vuelva a aparecer, me preocupa. Escucho que gritan los imbéciles y eso me alarma.

Al demonio...

Me trepo por los arbustos que están justo al lado de la ventana y logro acceder al balcón. Toco la ventana, que está cerrada y al abrirse la cortina me alivia ver que ahí está ella.

Abre la ventana y me mira sorprendida.

-¡Christian!- exclama.
-Te echaba de menos- le respondo con una sonrisa.
-¡Por dios...!- tira de mi para que entre rápido a su habitación.

Al mirar que está recien duchada y cubierta solo con una toalla, me abalanzo sobre ella y la devoro a besos.

-Yo también te echaba de menos.

ROMEO DEBE MORIR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora