24. sueños lúcidos

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Un fugaz tembleque resuena en tu pecho,
tu reloj interno marca el compás de tu risa,
y si reposo un tiempo más
mis miedos en tus besos,
tal vez disiparán mis temerosas heridas.

Porque oíste como mi tempestad rompía
y juraste al cielo que curarlo era eterno,
de dicha condena quisiste ser dueño
más, amor, jamás yo me lo perdonaría.

Inspirabas ganas y suspirabas sueños,
de los exhalos lentos de éstos yo vivía,
no supe nunca disipar mis propios fuegos,
anclarme a ti fue mi mejor salida.

Entre letras y unos versos conseguí lo que querías,
sin cadenas ni complejos
ni tormentas imprevistas,
cambié cenizas y mis mares por dos hojas y unos sueños,
dejé que mi alma sólo hablase,
mi corazón ya se alzó al vuelo.

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