-Cariño, ven, siéntate a desayunar con nosotros-
-No puedo mamá, voy tarde al trabajo, lo siento-
Dijo sin más, ni siquiera volteó a mirarlos, no sintió ni un poco de remordimiento al mirar de reojo por la esquima de la puerta principal cerrándose, la cara de soledad de sus padres mientras comían y miraban las noticias; Alcanzó a ecuchar algo de unos muertos y otros desaparecidos en el país vecino.
"-Meh-" Pensó después de haber cerrado la puerta tras de si, refiriéndose a las noticias.
-Si supieran defenderse, no los habrían acesinado- Dijo con tal frialdad que a cualquiera que estuviera a unos metros le congelaría los huesos.
No pensó más en ese tema, y siguió su camino hacia su trabajo, prefería caminar, tomar el tren o el tranvía sería tardado, y más con esas decenas de personas subiendo y bajando de éstos. Abrumador.
Pasó a un café, situado dos cuadras antes de llegar a su trabajo, de algún lado nesecitaba sacar energía, así que pidió lo de siempre.
-Un late descafeinado sin azucar con canela por favor- Esta vez no sonó fría, había algo de calidéz en sus palabras.
Ella sabía que aveces podía ser desinteresada y malumorahada pero nunca lo era si no tenía una razón.Y no tenía ninguna razón para estar enojada con el chico de la barra.
Mientras esperaba por la entrega de su bebida, se sentó en una pequeña banca de ahí y se puso a divagar en su celular, había muchas noticias y publicaciones hablando de extraños temblores que se habían registrado en diferentes países al rededor del mundo.
Denuevo, ella no prestó atención a esto y apagó su celular.Su lugar de trabajo no era para nada cómodo, ni "satisfacente" pero le daban un buen saldo y podía ayudar a sus padres con la renta del departamento. Así que se conformaba.
Saludó a la recepcionista del lugar y platicaron unos minutos, ella era lo más cercano a una amiga que podía tener, hablaban de chicos y ropa, como cualquier duo de chicas.
Se despidieron después de un
-Nos vemos en la noche!-
Una película luego del trabajo no haría daño.Se dispuso a entrar al elevador y en un costado de la pared pulsar "1".
Las puertas se cerraron de par en par dejándola sola dentro de ese frío lugarLa cabina comenzó a decender, pisos y pisos abajo, 10 exactamente. Mientras que ella esperaba impacientemente
Finalmente las puertas se abrieron, saliendo del elevador, un olor a madera y cartón se clavó en sus narices, comenzándose a sentirse, en "casa"?Un señor de aprocximadamente ochenta años la esperaba con una fiel sonrisa en el rostro.
-Buenos días señorita-
-Buenos días señor Russ-Se saludaron mientras que ella se aproximaba a su casillero correspondiente.
-Mucho trabajo hoy señor?- Preguntó amigable
-Solo lo normal señorita, pero me vendría bien una mano-El señor Russel tenía más años trabajando en esa empresa de entegas que cualquier otro trabajador de ahí, en realidad fué uno de sus fundadores, pero el que se proclamó " Dueño de la empresa" ni siquiera lo reconoció.
Claro que en su momento, El señor Russel peleó para que lo reconocieran, no por egocéntrico ni por ganas de poder, sino por que de esta manera podría obtener el sufeciente dinero para que sus hijos completaran sus estudios, pero no pudo conseguir nada, así que tuvo que conformarse con trabajar en el piso más profundo del lugar, junto a las máquinas armando y triturando cajas de cartón
Trágica histotia verdad?